a) Los profetas prepararon al pueblo para la llegada del Salvador
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DIOS SIEMPRE PREPARA A SU PUEBLO
Inmediatamente después de la caída de nuestros primeros padres vemos la misericordia de Dios manifestada sobre la humanidad: Les promete enviar un Redentor, el que destruiría el poder del demonio sobre ellos. Así como la caída se inicia en el corazón de una mujer, Eva, que abriéndose a la mentira del demonio da cabida al pecado, la salvación vendría a través de un corazón de mujer, que puro e inmaculado traería con su fiat al Salvador del mundo. Es el hijo de esta mujer inmaculada el que derrotaría para siempre a Satanás, al pecado y a la muerte. Gen 3,15 es llamado proto-evangelio, pues es la primera palabra de salvación, la primera promesa de redención y la revelación de la misericordia de Dios a una humanidad pecadora.
Dios prepara a la raza humana para la revelación del Salvador por mucho tiempo. Esta expectación del Mesías, se convierte en la religión de Israel. La idea de un futuro redentor llena el Antiguo Testamento, toda la ley antigua, sus símbolos, ritos y sacrificios, le prefiguran y dirigen la mirada hacia el.
A través del tiempo, de la historia y de los siglos, el Señor va precisando la promesa hecha en Génesis. Le asegura a los Patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob que es de su raza que nacerá ese linaje bendito . “por tu descendencia te bendecirán todas las razas de la tierra” (Gen 22, 18). A Jacob en su lecho de muerte, le muestra que es de la tribu de Judá que saldrá el Esperado de las gentes, que cumplirá los mayores anhelos del pueblo.
Pero al pasar el tiempo, las naciones se olvidan de la promesa y se alejan de Dios. Entonces, El elige a un pueblo que será el custodio y guardián de sus promesas. A este pueblo le recordará sus promesas, las desarrollará, se las hará ver mas claro y mas abundantemente: es la era de los profetas. A través de ellos, revela las características interiores y exteriores del Mesías, su poder, su unción y también su sufrimiento redentor.
El Señor quiso preparar el corazón de los justos del AT con las condiciones necesarias para recibir al Mesías. Entre más estuvieran llenos de fe y confianza en las promesas recibidas, mas llenos de esperanza por verlas realizadas y mas ardieran de amor por el Redentor , mas listos estaban para recibir la abundancia de gracias que el Salvador traería al mundo. Quien estuviera mas lleno de fe, esperanza y caridad, mas listo tenía el corazón para recibir al Mesías. A medida que pasaba el tiempo, Dios iba preparando con mayor intensidad a su pueblo, derramando gracias, hablando, despertando mas el anhelo de ver al Salvador y levantando hombres y mujeres que prefiguraban a quienes estarían en relación directa con el Salvador en su venida.
Quien es la que ha esperado en perfección la venida del Salvador? La Virgen Santísima.
Toda esta preparación de Dios a su pueblo alcanza su culmen en la Santísima Virgen María, la escogida para ser la Madre del Redentor. Ella fue preparada por el Señor de manera única y extraordinaria, haciéndola Inmaculada. Tanto le importa a Dios preparar nuestros corazones para recibir las manifestaciones de su presencia y todas las gracias que el desea darnos, que vemos lo que hizo con la Santísima Virgen María.
Ella, fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias pecaminosas, sin deseos desordenados, su corazón totalmente puro, espera, ansía y añora solo a Dios. Toda esa acción milagrosa del ES en ella tuvo un propósito, prepararla para llevar en su seno al Salvador del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador.
Si entre mas fe en las promesas, mas esperanza en verlas realizadas y mas ardiente amor hacia el Salvador hacía a un corazón mas capaz de recibir al Señor, imagínense la intensidad de la fe, la esperanza y la caridad que residían en el corazón de María que lo hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios. Dice San Agustín: “por su fe concibió primero en su corazón y después en su vientre”. “Feliz tu que has creído que se cumplirían las promesas que fueron hechas de parte de Dios”. Su Corazón estaba tan lleno de fe y esperanza en la Palabra de Dios y en sus promesas, que en ella se cumplieron. “La Palabra si hizo carne y habitó entre nosotros”.... Habitó en ella.
A partir de la Anunciación se inicia el Adviento de María, Ella vive el adviento mas especial que criatura alguna haya experimentado. No solo espera, sino que ya lleva dentro de sí al Dios hecho hombre. María Stma. ha vivido el adviento por excelencia, y por ello, la Iglesia aprende de Ella, a vivir y esperar con corazón puro todos los advenimientos y nacimientos de Cristo. De Ella aprendemos a esperar y preparar el corazón para las manifestaciones de Dios. “A ti Madre del primer advenimiento y de cada advenimiento, confiamos nuestros corazones en estos últimos años del milenio” (Nov. 30, 1996). De Ella debemos aprender a esperar a que nuestros ojos vean las manifestaciones de la gloria de Dios.
Respuesta:
verdadero
Explicación:
pero no todos lo anunciaron