a importancia socio cultural del pulque en meso america
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Desde que fue acuñado en el año 1943 por Paul Kirchhof; el concepto de Área Cultural Mesoamericana fue utilizado por todos los investigadores para designar un contexto cultural, histórico y geográfico. La región estaba delimitada en el siglo XVI por el río Sinaloa al noroeste de México, y las cuencas del Lerma y Soto de la Marina en la Costa del Golfo; y al sur por el río Ulúa en el Golfo de Honduras y Punta Arenas en Costa Rica.
En este área de poco más de 1.100.000 km2, se desarrolló un patrón de civilización mediante el cual las culturas compartieron una serie de rasgos básicos, como la utilización del calendario ritual de 260 días; una concepción del universo en la que el espacio y el tiempo se consideraban como un continuum con un comportamiento cíclico, recurrente; varios elementos en el campo de la religión, incluyendo deidades de similar funcionalidad, autosacrificios de sangre y toma de cautivos; un sistema social estratificado basado en el prestigio; el cultivo del maíz, la calabaza y el frijol como recursos básicos de subsistencia; la confección de libros manuscritos elaborados en pergamino de papel de amate y en piel de venado; la práctica del juego de pelota en canchas de piedra; la construcción de estructuras piramidales y, en definitiva, el sentido de un origen cultural común.
El modelo más ampliamente utilizado para dividir la historia prehispánica de Mesoamérica ha sido el propuesto por Willey y Phillips en un trabajo ya clásico publicado en 1953. En él se establecieron cinco amplios periodos: Lítico, Arcaico, Preclásico o Formativo, Clásico y Postclásico. En algunas regiones, en particular en México central, se han intentado utilizar otros esquemas, que se fundamentaban en cualidades tecnológicas o en instituciones de carácter de asentamiento, social o político, pero todas ellas han sido rechazadas con el tiempo por inadecuadas. En la actualidad, y aún admitiendo las limitaciones del sistema, se sigue empleando la clasificación tradicional de Willey y Phillips, si bien se ha optado por conceder mayor importancia al término de Formativo, a la vista de los procesos culturales complejos que ocurrieron en toda la región poco después del 300 a.C., utilizándose las siguientes fechas: Lítico (?-7.500 a.C.); Arcaico (7.500-2.500 a.C.); Formativo Temprano (2.500-1.500 a.C.); Formativo Medio (1.500-400 a.C.); Formativo Tardío (400 a.C.-1 d.C.); Clásico Temprano (1-550 d.C.); Clásico Tardío (550-750/1.000 d.C.); Postclásico Temprano (750/1.000-1.250 d.C.) y Postclásico Tardío (1.250-1.521 d.C.).
En este área de poco más de 1.100.000 km2, se desarrolló un patrón de civilización mediante el cual las culturas compartieron una serie de rasgos básicos, como la utilización del calendario ritual de 260 días; una concepción del universo en la que el espacio y el tiempo se consideraban como un continuum con un comportamiento cíclico, recurrente; varios elementos en el campo de la religión, incluyendo deidades de similar funcionalidad, autosacrificios de sangre y toma de cautivos; un sistema social estratificado basado en el prestigio; el cultivo del maíz, la calabaza y el frijol como recursos básicos de subsistencia; la confección de libros manuscritos elaborados en pergamino de papel de amate y en piel de venado; la práctica del juego de pelota en canchas de piedra; la construcción de estructuras piramidales y, en definitiva, el sentido de un origen cultural común.
El modelo más ampliamente utilizado para dividir la historia prehispánica de Mesoamérica ha sido el propuesto por Willey y Phillips en un trabajo ya clásico publicado en 1953. En él se establecieron cinco amplios periodos: Lítico, Arcaico, Preclásico o Formativo, Clásico y Postclásico. En algunas regiones, en particular en México central, se han intentado utilizar otros esquemas, que se fundamentaban en cualidades tecnológicas o en instituciones de carácter de asentamiento, social o político, pero todas ellas han sido rechazadas con el tiempo por inadecuadas. En la actualidad, y aún admitiendo las limitaciones del sistema, se sigue empleando la clasificación tradicional de Willey y Phillips, si bien se ha optado por conceder mayor importancia al término de Formativo, a la vista de los procesos culturales complejos que ocurrieron en toda la región poco después del 300 a.C., utilizándose las siguientes fechas: Lítico (?-7.500 a.C.); Arcaico (7.500-2.500 a.C.); Formativo Temprano (2.500-1.500 a.C.); Formativo Medio (1.500-400 a.C.); Formativo Tardío (400 a.C.-1 d.C.); Clásico Temprano (1-550 d.C.); Clásico Tardío (550-750/1.000 d.C.); Postclásico Temprano (750/1.000-1.250 d.C.) y Postclásico Tardío (1.250-1.521 d.C.).
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