A cuál grupo social hacer referencia Daumier en su obra, cuál rol de la imagen te llama la atención y por qué
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
ala de Dios espero averte ayudado
Respuesta:
Explicación:
Desde McLuhan se habla mucho en el mundo
contemporáneo acerca del valor preponderante
que ha adquirido la imagen sobre la palabra. Se
dice habitualmente que la sociedad en general y
los jóvenes en particular han abandonado el hábito de la lectura; los libros, parece, se han transformado en objetos extraños que se miran, se hojean, pero rara vez se leen. Se dice que, antes que
el libro y la palabra, se prefiere la imagen, difundida sobre todo a través de los medios masivos,
especialmente cine, televisión e Internet.
Estas afirmaciones nos colocan ante la certeza de que estamos frente a un cambio cultural y
a un re-posicionamiento del valor de la palabra
y de la imagen como transmisoras de conocimiento e información. Este re-posicionamiento
se relaciona con las transformaciones producidas
por la revolución tecnológica y la nueva industria de la información. En este breve ensayo propongo un acercamiento a la problemática de la
imagen en la cultura contemporánea, haciendo
referencia a sus repercusiones en la educación.
Más específicamente, trataré la cuestión de la
importancia y el valor que han adquirido las
imágenes como fuente de conocimiento e información en el mundo contemporáneo.
Antes de discutir dicha cuestión de modo
específico, es importante hacer una referencia,
aunque sea breve, a los cambios que se han producido en la cultura contemporánea. Estos cambios comenzaron al terminar la Segunda Guerra
Mundial, y al tomar conciencia de ellos, la teoría
y la filosofía propusieron un nuevo criterio para
periodizar la historia de Occidente. Actualmente
se ha cancelado la tradicional división en Edad
Moderna y Edad Contemporánea. La Edad
Moderna, que se iniciaba en el siglo XV y terminaba con la Revolución Francesa, es en realidad
un período histórico mucho más largo que se
extiende hasta por lo menos la finalización de la
Segunda Guerra Mundial (algunos autores del
debate modernidad-posmodernidad, la extienden hasta la década de los '70 u '80. Véase
Bermann, 1983, Habermas, 1989, Lipovetzky,
1986, etc.), momento a partir del cual ciertos
cambios nos permiten hablar de una nueva
época, a la que habitualmente se denomina posmodernidad.
El cambio cultural entre el mundo moderno
y el posmoderno tiene que ver, entre otras
cosas, con una nueva manera de experimentar
el tiempo. La experiencia del hombre moderno
es una experiencia de lo temporal; modernidad
significa, precisamente, un particular posicionamiento del hombre respecto del presente y del
pasado. Habermas en su texto Modernidad, un
proyecto incompleto, sostiene que “con diversos
contenidos, el término moderno expresó una y
otra vez la conciencia de una época que se mira
a sí misma en relación con el pasado, y que se
considera el resultado de una transición de lo
viejo a lo nuevo” (Habermas, 1989).
Ser moderno es precisamente participar de la
conciencia de esta transición. Ser moderno significa ubicarse en el presente para contemplar el
pasado (lo que ya es antiguo) y significa también
proyectarse al futuro, novísimo, que vendrá
inexorablemente. No obstante, para la conciencia
moderna, el pasado no es considerado tan sólo
como lo que fue, sino como lo que perdura en el
presente, lo explica y le da sentido. Y a su vez el
presente es visto como el germen del futuro. De
este modo se enlazan, en un trama de continuidad temporal, pasado, presente y futuro.
Inmerso en esta peculiar conciencia del tiempo, el hombre moderno desarrolla una cultura
con fuerte raigambre en la palabra, porque por su
naturaleza la palabra se desenvuelve en el tiempo.
La modernidad, como época de la historia de
Occidente, es el momento de una doble experiencia cultural: la del tiempo y la de palabra.
Pero con el advenimiento de la sociedad de
los medios masivos de comunicación, la experiencia cultural se modifica muy rápidamente. La
experiencia moderna del tiempo, esencialmente
lineal, se ensancha, y de este proceso resulta un
cierto espesor, una nueva densidad, enraizada
más en lo espacial que en lo temporal.
La experiencia cotidiana de nuestra época ya
no se proyecta linealmente de un pasado imperfecto a un futuro utópico; más bien se concentra en un presente sin tonos dramáticos ni heroicos. Es posible afirmar, siguiendo a Danto
(1999) que el presente posmoderno se ha
ensanchado porque cita al pasado en su totalidad, lo trae con nostalgia y sin ningún alegat