8. ¿Qué relación tienen el saber y el poder en la lectura?
I
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Si entendemos por «saber leer» saber descifrar, comprender lo que se lee, ser capaz de juzgar su contenido y gustar de la lectura (según la definición de Mialaret), hay evidentemente diversas gradaciones en el estado de no-lector. En su caso límite, no-lector es aquel a quien no le gusta leer; y podemos recordar al respecto que el 50% de los libros son leídos solamente por el 19 % de los franceses. La diferencia entre un nivel y otro de no lector no es únicamente cuantitativa: el universo de referencias culturales varía (aunque sólo sea porque la familiaridad con ciertas formas de literatura o su desconocimiento modifican las connotaciones de las palabras) y, en consecuencia, varia el ritmo mismo del desarrollo de la personalidad adulta. En efecto, la práctica activa de la lectura, en quien gusta de ella (con interrupciones, retrocesos, comparaciones ... ), es una actividad que no sólo utiliza las capacidades existentes, sino que también, para responder ala fórmula propuesta por Lucien Séve en Marxisme et théorie de la personalité, «produce, desarrolla o especifica las capacidades» (en especial, se sabe que la adquisición de información es de dos a cuatro veces más rápida por medio de la lectura que de la audición; y este ejemplo no agota, desde luego, el problema de la formación de las capacidades por medio de la lectura, formación que es un proceso complejo que implica profundas modificaciones cualitativas).