Historia, pregunta formulada por jaimealbertoramirezh, hace 10 meses

60 puntos para el que me diga una historieta más o menos larga ​


jaimealbertoramirezh: respondan porfa
jaimealbertoramirezh: es una historieta de las 13 colonias
jaimealbertoramirezh: más o menos larga
jaimealbertoramirezh: Google

Respuestas a la pregunta

Contestado por ah5703628
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Explicación:

Se trataba de un anciano que  tenía fama de sabio, y al cual la gente acudía en busca de ayuda o de consejo.

  Cuando algún forastero preguntaba por qué le decían maestro…. en qué consistía su sabiduría…. o qué ciencia dominaba ese hombre que parecía un humilde campesino…. la gente no sabía muy bien qué responder.

– Es un hombre feliz, que vive en paz con todos- Esa,  era una de las tímidas respuestas.

Un buen día, un joven que escuchó hablar de él y que ansiaba adquirir conocimientos, se presentó para pedirle que le enseñara. El anciano se sorprendió del pedido, pero aceptó con entusiasmo. Hacía muchos años que vivía solo y le gustó la idea de tener a alguien con quien compartir su tiempo nuevamente.

A la mañana siguiente, se levantaron y prendieron el fuego para calentar agua y cocinar el pan que habían dejado preparado la noche anterior. Mientras esperaban que el desayuno estuviera listo, el maestro se sentó en un banco y se puso a contemplar por la ventana. El discípulo, parado detrás de él, trataba de poner la mirada en el mismo lugar que el maestro para descubrir qué estaba mirando tan concentrado.

Por la ventana sólo se veía el campo, flores silvestres, el gallinero y los perros recibiendo los primeros rayos del sol. A los pocos minutos, el joven se aburrió y se fue a sentar. Tomó un libro de su mochila y comenzó a leer. Sin embargo, a cada momento se distraía y pensaba cómo el maestro podía perder el tiempo sin hacer nada.

Cuando el olor a pan inundó la habitación, el maestro se levantó, preparó el te, colocó dos jarros sobre la mesa y el pan sobre una servilleta. Se sentó, indicó con un gesto de su mano al discípulo que hiciera lo mismo, y comenzó a comer el pan cortándolo en pequeños pedazos y mojándolos en el té caliente. El discípulo estaba asombrado: el maestro se había olvidado de agradecer la comida.

Sin disimular, y para que el otro se diera cuenta de su error, agachó la cabeza durante unos instantes como si estuviera rezando. Después, comenzó a comer. Cuando terminaron el desayuno, colocaron cada cosa en su lugar y el maestro le preguntó al joven de qué quería conversar. En el instante en que le iba a contestar, se abrió la puerta de golpe y entró un niño corriendo:

– Maestro, maestro! mire el pescado que saqué del agua, hoy vamos a comer como reyes-

El maestro se levantó, aplaudió la hazaña del niño, y se ofreció para ayudarlo a limpiar el pescado. Mientras tanto, le preguntó por toda la familia, y le explicó varias maneras de cocinarlo…… Antes de que se fuera, le regaló un pequeño recipiente con un condimento especial para darle más sabor a la preparación.

El discípulo estaba asombrado y desconcertado. Ya había pasado más de medio día y no había aprendido nada!

A partir del momento en que el niño dejó la casa, cada vez que el maestro se iba a poner a conversar con él, alguien del pueblo interrumpía la conversación. Iban a pedirle algo o a llevarle un pequeño regalo -una patata, y quizá  una planta de lechuga,-todo esto,  como agradecimiento por alguna ayuda que él les había dado. Pasó el día y anocheció. El maestro cortó las verduras y puso el caldo en el fuego, mientras amasaba con mucha dedicación el pan para el otro día. Comieron y se fueron a dormir.

Los días siguientes fueron más o menos similares: pasaban las horas yendo de un lugar a otro, ayudando o visitando a las personas del pueblo; trabajaban la pequeña huerta; alimentaban a las gallinas y juntaban los huevos que regalaban al que los necesitaba.

Una noche, entre la respiración profunda del maestro y el malestar  acumulado por no aprender nada nuevo, el discípulo daba vueltas en la cama sin poder dormir. No sabía si irse o quedarse. Por fin, casi entrada la madrugada, decidió probar durante un día más, y así,  al amanecer, el maestro se levantó, se desperezo y comenzó a prender el fuego para el desayuno.

Puso el agua a calentar, el pan a cocinar, y se sentó en el banco a mirar por la ventana.


ah5703628: ya ni dejo que escribiera mas
jaimealbertoramirezh: este esra de las 13 colonias
jaimealbertoramirezh: es que me faltó ponerle
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