6. ¿Qué fundamentos racionales generó el mito para la construcción de la filosofía?
7. Dentro del discurso del texto se habla una característica religioso, ¿Qué tiene que ver este
contexto religioso con la creación de la filosofía?
8. ¿Qué importancia tuvo la dialéctica en este consenso filosófico?
Por fa es para hoy jj
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
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Explicación:
. Dado que distintas respuestas a la pregunta por el origen del cosmos se pueden encontrar en las narraciones míticas, en la tradición filosófica y en la ciencia contemporánea, el ejercicio ofrece una buena ocasión para contrastar el modo como operan las descripciones y explicaciones en estos distintos lenguajes. Evitando por igual el riesgo de asimilar el mito a la razón y el de postular una oposición radical entre mito y razón, quiero aclarar en qué sentido el pensamiento mítico y el racional constituyen formas independientes y a la vez complementarias de entender y de habitar el mundo.
Descripciones míticas del origen del cosmos
Los mitos cosmogónicos de los que tenemos noticia son innumerables; cualquier intento de abarcar un archivo tan vasto estaría condenado al fracaso. Para los fines de este artículo, he optado por seleccionar, entre los relatos cosmogónicos más conocidos, algunos ejemplos adecuados para emprender el análisis.
El Enuma Elish, poema cosmogónico babilónico, marca una pauta común a muchos otros mitos: la descripción del estado inicial del cosmos en términos negativos:
Cuando en lo alto el cielo aún no había sido nombrado, / la tierra firme debajo tampoco había recibido un nombre, / nada, excepto el primordial Apsu, su progenitor, / (y) Mummu-Tiamat, aquella que les abrió paso a todos, / cuyas aguas se entremezclaban como un único cuerpo, / ninguna choza de cañas había sido tramada, ninguna tierra pantanosa había aparecido, / cuando ninguno de los distintos dioses había llegado a ser, / innominados, sus destinos indeterminados. (cit. en Long 1963 70)
El texto indica que las cosas, en su estado primordial, carecen de nombre y por eso hay que describirlas de manera indirecta: ellas no son todavía esto ni aquello. Sólo los principios masculino (Apsu) y femenino (Tiamat) tienen nombre, pero su modo de existir es confuso, por cuanto se trata de aguas primordiales caóticamente entremezcladas que no es posible diferenciar con nitidez. La característica central del estado primigenio del cosmos es no tener todavía características precisas, mientras los dioses permanecen "innominados", "indeterminados".
En una tónica afín, una de las numerosas variantes del mito de P'an Ku de la China dice:
Hubo primero el huevo cósmico. Dentro del huevo estaba el caos. P'an Ku, que llevaba 18.000 años flotando en el caos, finalmente rompe el cascarón y sale del huevo, portando un martillo y un cincel. [...] Y le toma 18.000 años separar con ellos la tierra y el cielo. (cit. en Bartlett 2009 227)
En este mito, el comienzo de las cosas tiene un aspecto llamativo: un huevo que porta el caos en su interior. El hecho central del relato consiste en el tránsito de P'an Ku de un estado embrionario a otro de madurez, que le permite romper el huevo original y darle forma al cosmos. La imagen del huevo original resulta arquetípica y sugestiva, como si la génesis universal fuera comparable a la de un ser vivo. Curiosamente, el mito no explica cómo obtiene P'an Ku el cincel y el martillo con los cuales separa la tierra y el cielo, pero podemos suponer que estas herramientas hacían parte del material que estaba en el huevo. El hecho de que el estado primordial de las cosas deba ser tallado, esculpido, indica su anterior carencia de forma.
Veamos ahora un mito de la India. Según los Himnos del Rig Veda:
Entonces no había ni ser ni no ser: no existía el aire, ni el cielo que está más allá. ¿Qué envolvía todas las cosas? ¿Dónde? ¿Para proteger qué? ¿Y había agua allí, en la insondable profundidad? La muerte no existía ni había vida inmortal; no había allí señal alguna para separar el día y la noche. Solo el Uno, sin aliento, respiraba por su naturaleza inherente: aparte de esto no había nada, nada en absoluto. Había tinieblas; al principio, sin marcas distintivas, todo era agua oculta en las tinieblas. Cuanto existía entonces era un vacío sin forma; por la fuerza del calor esta Unidad llegó a ser. Luego, en el comienzo, creció el deseo, la primera semilla y germen del pensamiento. (cit. en Long 169)
He aquí un rasgo intrigante de muchos mitos cosmogónicos. Antes del origen del cosmos no había nada, nada en absoluto... excepto "algo". Así que, después de todo, el vacío anterior al origen del cosmos no estaba totalmente vacío. En el Enuma Elish, el "algo" primordial era la mezcla de las aguas de Apsu y Tiamat; en el Rig Veda, "el Uno, sin aliento", que no obstante "respiraba por su naturaleza inherente". Como este último subraya que, al comienzo, solo existía un "vacío sin forma" a partir del cual "creció el deseo", se deduce que ese vacío no tiene un sentido absoluto sino relativo: en el comienzo hay "algo" que parece estar vacío. En el mito de P'an Ku, la idea de un vacío original no resulta tan clara, ya que al principio está el caos encerrado en el huevo cósmico; empero, la imagen del huevo evoca la idea del vacío a su alrededor.