6. ¿Cuál era la concepción pagana sobre el matrimonio?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:mucho texto pero ayuda xd
Explicación:En términos generales podemos afirmar que los cristianos del siglo IV contraían
matrimonio todavía de la misma forma que sus contemporáneos paganos. Varios autores
de esta época y anteriores se refieren a una celebración litúrgica ante la Iglesia, presidida
por el sacerdote, quien otorgaba finalmente su bendición a los recién casados1
. Sin
embargo, no existía ninguna ley eclesiástica que obligara a los cristianos a casarse mediante una ceremonia religiosa. Esto era una cuestión de costumbre o de conveniencias,
pero no una condición para la validez del matrimonio; el simple intercambio del consentimiento era suficiente. En realidad, el rito religioso no llegó a ser obligatorio en
Oriente hasta finales del siglo IX, por una disposición del emperador León VI el Sabio,
y en Occidente mucho después, con el Concilio de Trento2
.
Dependiendo de las épocas y de los países, el rito ha cambiado mucho. La primera
descripción un poco extensa de las fases que comprendía un matrimonio cristiano se
remonta al papa Nicolás I, en el siglo IX3
. Se puede constatar que ese ritual apenas difiere
del que existía ya entre los paganos4
, a excepción del sacrificio idolátrico, que es sustituido por la misa y la oración. Y aún así, no debemos perder de vista el hecho de que la
celebración eucarística representa también la renovación de un sacrificio.
Si nos retrotraemos a los últimos años del siglo IV, comprobaremos que la ceremonia
del matrimonio entre los cristianos conserva numerosos aspectos de la tradición pagana, y
que responde fielmente a la configuración descrita siglos después por el papa Nicolás I.
Para corroborar esa pervivencia del simbolismo y de la liturgia nupcial contamos con
el testimonio de Gregorio de Nacianzo (330-390), obispo de Constantinopla y uno de los
más egregios exponentes de la Patrística griega5
. Concretamente, nos referimos a cinco
piezas de su colección epistolar, donde alude a la celebración de diversas bodas. Tres
de ellas: epp. 193, 194 y 231, constituyen la respuesta a otras tantas invitaciones, de las
que ha sido objeto el obispo por parte de los padres de las jóvenes que se van a casar.
A pesar de que no acepta asistir en ninguno de los casos, según sus palabras porque la
enfermedad le impide desplazarse6
, demuestra ser un hombre perfectamente integrado en
las relaciones y compromisos sociales; por tal motivo, pide disculpas y transmite sus
mejores deseos para los futuros esposos. Los destinatarios de las epístolas son: Vitaliano
o Procopio —pues no existe un acuerdo entre los editores—, por lo que respecta a las
dos primeras, que invitan a Gregorio a la boda de dos de sus hijas7
. Una de ellas se llama
Olimpia y, si admitimos que el destinatario era Procopio, sin ninguna duda se trataría
de la diaconisa amiga de Juan Crisóstomo, que, tras escasos meses de matrimonio con
Nebridio, enviudó y dedicó su existencia a la vida ascética8
. Precisamente, con motivo
de la boda de esta joven, Gregorio le envió un poema nupcial, sobre el que hablaremos
más adelante. La ep. 231 está dirigida a Eusebio9
, cuya hija Evopia se va a casar, y la
envía para excusarse por su ausencia en ese acontecimiento.