6- A partir de la experiencia del tema tratado aquí respecto de la pintura del are Bachue y el arte latinoamericano, ¿Cuál o cuáles serían o en que consistieron esos consejos transmitidos por el artista Picasso a los artistas iberoamericanos entre los cuales estaban también los colombianos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Preámbulo
1Actualmente, los historiadores latinoamericanos han comenzado una reescritura de su propia historia del arte, ya sea a través de una revaluación de la manera como fue vivida - y en parte superada- la dependencia cultural del continente con respecto a Europa y a los Estados Unidos o bien a través de la reevaluación de las herencias ligadas a las culturas autóctonas y africanas.
1 Pierre Kalfon y Jacques Leenhardt, Les Amériques latines en France, Paris, Gallimard, 1992
2 Diferentes nociones fueron avanzadas para caracterizar la singularidad de la recepción de los produ (...)
2En efecto, la historia del arte mantuvo durante largo tiempo un pensamiento de tipo difusionista, que dio principalmente a Europa el rol de centro de producción de bienes simbólicos y concede al resto del mundo, percibido como una simple periferia, sólo un rol subalterno de imitador servil. Sin embargo, si el flujo de intercambios fue constante, y a veces en los dos sentidos,1 la noción de influencia no es suficiente para caracterizar estos intercambios. Hay que saber interpretar lo que fueron a menudo de la parte de los artistas latinoamericanos unas verdaderas apropiaciones, una masticación antropofágica como decía Oswald de Andrade2. La cultura de los centros hegemónicos se encontró digerida y así transformada y resimbolizada en función de las culturas locales que acababa de enriquecer y de las transformaciones en las que participaba.
Las Américas Latinas y Picasso
3 Marie-Laure Bernadac, « Picasso cannibale, destruction-reconstruction des maîtres », in Picasso et (...)
3«Todos, incluido yo, nacimos de un dedo de Picasso.» declaró el pintor venezolano Oswaldo Vigas, antes de continuar que, en su caso, esa influencia fue particularmente reducida. En este balanceo entre influencia y autonomía aparece una situación compleja. Todas las obras críticas están de acuerdo sobre este tema: la obra de Picasso marcó, de una manera o de otra, a una gran parte de los pintores de su siglo. Una influencia debida a la bulimia experimental del mismo Picasso, que nunca cesó de confrontarse con la pintura y su historia. Como dice Marie-Laure Bernardac, Picasso es «un fénix que renace eternalmente de sus cenizas, utilizando su energía creativa en un proceso de desconstrucción-reconstrucción del Padre, de muerte y resurrección.»3 En realidad, Picasso deja afuera de su campo de actividad esa ofensa infligida a la tradición pictórica que fue la cuestión «conceptual» desarrollada por Marcel Duchamp. También queda afuera la abstracción propiamente dicha, que tendrá una gran importancia en América Latina bajo el nombre de arte concreto, abstracción geométrica o de op’art.
4De todos estos numerosos y diversos intercambios, yo retendría tres situaciones en las cuáles Picasso constituye, según mi opinión una referencia pertinente.
El período cubista, como imaginación de una nueva estructura de la representación
5Desde los finales del siglo XIX, un gran número de países del continente fueron sacudidos no sólo por grandes cambios políticos, sino también económicos y sociales que nutren un contexto muy poderoso de reivindicaciones: abolición de la esclavitud y declaración tardía de la República en Brasil en 1888 y 1889, inmigración masiva de 55 millones de europeos entre 1820 y 1920, invasión de capital extranjero, desarrollo de las comunicaciones, expansión urbana, movimientos sociales y reivindicación de revueltas de épocas pasadas.
6Estos breves repasos históricos dibujan el contexto de la experiencia íntima de los artistas latinoamericanos en búsqueda de una expresión que, en su forma, fuese moderna, a la altura de las transformaciones que se estaban viviendo. Para ellos, lo que el cubismo elaboraba en París no era, en efecto, realmente un estilo pictórico, y tampoco una receta para producir cuadros “modernos” para los cuales de todas maneras no había un mercado en sus países. Se trataba más bien de poner en práctica una ruptura radical en el continuum del ambiente académico y elaborar, apoyándose en las revoluciones estéticas europeas, un lenguaje susceptible de presentar el nuevo curso de la realidad latinoamericana. Estos artistas inquietos, que pertenecían casi todos a las clases superiores de su sociedad, buscaban a través de esos diversos experimentos, transmitir por medio de su arte las transformaciones de las cuales ellos eran testigos en sus propios países. Es justamente eso que les fascinaba en el experimentalismo, del que Picasso era la figura emblemática. Sin duda, dichas soluciones no estaban acordes con su medio, siendo producto de un proceso que ya había superado la modernización de la Europa industrial. El continente latinoamericano estaba sólo en los albores de estos tiempos nuevos, pero pronto iba a «digerir» y « transformar » sobre su propio suelo y en su propia piel esas innovaciones artísticas que descubrían y pedían prestado a París.
Explicación: