5 signos de esperanza
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Los signos de esperanza presentes en la Iglesia
25-11-1998
1. En la catequesis anterior tratamos sobre los "signos de esperanza" presentes en nuestro mundo. Hoy queremos proseguir la reflexión considerando algunos "signos de esperanza" presentes en la Iglesia, para que las comunidades cristianas sepan captarlos y valorarlos cada vez mejor. En efecto, esos signos son suscitados por la acción del Espíritu Santo que, a lo largo de los siglos, "con la fuerza del Evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva sin cesar y la lleva a la unión perfecta con su esposo" (Lumen gentium, 4).
Entre los acontecimientos eclesiales que han marcado más profundamente nuestro siglo destaca en primer lugar el concilio ecuménico Vaticano II. Gracias a él, la Iglesia sacó de su tesoro "cosas nuevas y antiguas" (cf. Mt 13, 52) y experimentó en cierto modo la gracia de un renovado Pentecostés (cf. Juan XXIII, Discurso en la clausura de la primera etapa del Concilio, III). Si se observa bien, los signos de esperanza que animan hoy la misión de la Iglesia están íntimamente vinculados a esta efusión del Espíritu Santo, que la Iglesia ha experimentado en la preparación, en la celebración y en la aplicación del concilio Vaticano II.
2. La escucha de lo que "el Espíritu dice a la Iglesia y a las Iglesias" (Tertio millennio adveniente, 23; cf. Ap 2, 7 ss) se manifiesta en la acogida de los carismas que distribuye con abundancia. Su redescubrimiento y valoración ha incrementado una comunión más viva entre las diversas vocaciones del pueblo de Dios, así como un gozoso y renovado impulso de evangelización.
En particular, el Espíritu Santo estimula hoy a la Iglesia a promover la vocación y la misión de los fieles laicos. Su participación y corresponsabilidad en la vida de la comunidad cristiana y su multiforme presencia de apostolado y servicio en la sociedad nos llevan a aguardar con esperanza, en el umbral del tercer milenio, una epifanía madura y fecunda del laicado. Una espera análoga atañe al papel que está llamada a asumir la mujer. Al igual que en la sociedad civil, también en la Iglesia se está manifestando cada vez mejor el "genio femenino", que es preciso reconocer cada vez más en las formas adecuadas a la vocación de la mujer de acuerdo con el plan de Dios.
Asimismo, no podemos olvidar que uno de los dones concedidos por el Espíritu en nuestro tiempo es el florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi pontificado he señalado como motivo de esperanza para la Iglesia y para la sociedad. "Son un signo de la libertad de formas en que se realiza la única Iglesia, y representan una novedad segura, que todavía ha de ser adecuadamente comprendida en toda su positiva eficacia para el reino de Dios en orden a su actuación en el hoy de la historia" (Alocución al movimiento "Comunión y liberación", 29 de septiembre de 1984, n. 3: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 18 de noviembre de 1984, p. 19).
3. En nuestro siglo ha surgido y crecido la semilla del movimiento ecuménico, en el que el Espíritu Santo ha comprometido a los miembros de las diversas Iglesias y comunidades eclesiales a buscar los caminos del diálogo para restablecer la unidad .
4. Por último, entre los otros numerosos signos de esperanza quisiera mencionar "el espacio abierto al diálogo con las religiones y con la cultura contemporánea" (Tertio millennio adveniente,
5. En estos múltiples signos de esperanza no podemos por menos de reconocer la acción del Espíritu de Dios.
Explicación:
ESPERO QUE TE AYUDEEE