5 ideas principales de la leyenda LA PIEL DEL VENADO
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La piel del venado, una leyenda Maya para niños
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo los ciervos tenían un color de pelaje muy diferente al que tienen hoy. Era muy claro, casi albino, de forma que era presa fácil, ya que cualquier otro animal o incluso el hombre podía verle en la lejanía con gran facilidad.11 may 2018
Respuesta:
En México muchos niños conocen una antigua y curiosa leyenda de sus antepasados mayas que ahora vas a conocer tú también.
Cuenta la historia que hace cientos de años los venados corrían libres por la península del Yucatán. Aunque el lugar era ideal porque tenía un clima fantástico y alimentos en abundancia, había algo que les hacía sentirse infelices y les obligaba a vivir en un continuo estado de alerta: su propia piel, de un color tan claro y brillante que se veía a gran distancia, y por tanto, les convertía en presas fáciles de capturar.
Un día, un joven venado estaba bebiendo agua fresca en un riachuelo. De repente, un grupo de cazadores empezó a dispararle flechas desde una colina cercana. Ninguno dio en el blanco pero él, aterrorizado, comenzó una huida desesperada. Corrió y corrió sin rumbo fijo, y cuando pensaba que los tenía demasiado cerca y le iban a atrapar, el suelo se hundió bajo sus pies y cayó al vacío.
Una vez tocó fondo miró aturdido hacia arriba y se dio cuenta de que había ido a parar a una cueva oculta entre la maleza. Desde ese lugar oscuro y húmedo podía escuchar las voces de sus atacantes merodeando por la zona, así que intentó no mover ni un músculo y mucho menos hacer ruido. Al cabo de un rato los murmullos se fueron haciendo más débiles y respiró aliviado. ¡No había duda de que los hombres pensaban que su pieza de caza se había esfumado y se daban por vencidos!
Estaba a salvo, sí, pero una de las patitas le dolía muchísimo.
– ‘¡Ay!… ¡Ay!… ¡Qué torcedura tan inoportuna! … ¿Qué voy a hacer ahora si no me puedo levantar para salir de este agujero?’
No sabía nuestro amigo ciervo que se encontraba en la morada de tres genios buenos y compasivos que, nada más escuchar los quejidos, acudieron veloces en su ayuda.
El más anciano le saludó con amabilidad en nombre de todos.
– ¡Buenos días! Veo que por pura casualidad has encontrado nuestro humilde hogar ¡Sé bienvenido!
El pobre se sintió un poco apurado.
– Os pido disculpas por la intromisión, pero iba escapando de unos cazadores y al pasar junto a unos matorrales noté el suelo blando y… ¡zas!… ¡Aparecí aquí! Me he librado de ellos pero ¡estoy herido!
– e