5 ejemplos de etopeya
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La etopeya entra dentro del mundo de la imaginación. Nos metemos en un personaje, y damos rienda suelta a las palabras que pronunciará en una situación dada.
Ejemplo 1
Palabras de Níobe cuando sus hijos yacían muertos:
¿Qué clase de fortuna cambio por qué otra, privada de hijos quien antes era considerada afortunada por su prole? La abundancia se convirtió en carencia, y no soy madre de un solo hijo yo que antes aparecía como madre de muchos. ¡Cuán necesario hubiera sido en un principio no tenerlos antes que tenerlos para llorarlos! Quienes son privados de sus hijos son más desgraciados que quienes no los tuvieron, pues lo que llega a experimentarse aflige cuando es arrebatado.
Pero ¡ay de mí!, sufro un destino semejante al de mi padre. Soy hija de Tántalo, el cual convivía con las divinidades, pero, después del banquete, era expulsado de la compañía de los dioses, y, puesto que procedo de Tántalo, confirmo mi linaje con las desgracias. Me hice amiga de Leto y por culpa de ésta soy desgraciada, y he recibido su trato para verme privada de mis hijos, y la convivencia con la diosa desemboca para mí en desgracias. Antes de llegar a su conocimiento, yo era una madre más envidiada que Leto, pero, después de resultarle conocida, quedó privada de una prole que antes de nuestro encuentro tenía en abundancia. Y ahora yacen muertos mis hijos de uno y otro sexo, y es más difícil llorar lo que resultó ser más venerable.
Ejemplo 2
Medea contemplando a sus hijos asesinados por su mano:
Horribles flores rojas brotan debajo de sus pacíficos rostros. Son las flores cultivadas por mi mano, mano de una madre. He dado vida, ahora también la quito, y ninguna magia puede devolver el espíritu a estos inocentes. Nunca volverán a poner sus brazos minúsculos alrededor de mi cuello, nunca su risa llevará la música de las esferas a mis oídos. Que la venganza es dulce es una mentira. Puedo haber herido el corazón de Jasón con estos asesinatos, pero he maldecido completamente mi propia alma.
Ejemplo 3
Las siguientes son palabras de Guillermo León Valencia:
“Su vivir se asemeja, en el andar sin descanso, a un evangelista del civismo, cuya inmensa caída de prosélitos él viera por seis lustros alimentando muchedumbres, livertando galeotes, avizorando lejanías, fascinando mieses de pasión, aromando la extraña como propia tienda con el precioso sándalo de la bondad y del ingenio…”
Ejemplo 4
La siguiente etopeya define a Cornelia según Plutarco:
“Hija del ciudadano más ilustre, Metelo Escipión, esposa de Pompeyo, príncipe de poder enorme, madre del más precioso de los hijos, me veo zarandeada en todas direcciones por tal cúmulo de calamidades que mi puedo asumirlas en mi cabeza o en el silencio de mis pensamientos, ni tengo palabras ni frases con que expresarlas.”
Ejemplo 5
Es Pepita Jiménez, el escritor juan Valera define a Don Gumersindo de la siguiente manera:
“Don Gumersindo […] era afable […] servicial. Compasivo […] y se desvivía por complacer y ser útil a todo el mundo aunque costase trabajos, desvelos, fatiga, con tal que no le costase un real […] Alegre y amigo de chanzas y burlas […] y las regocijaba con la amenidad de su trato […] y con su discreta, aunque poco ática conversación” – En Pepita Jimenez de Juan Valera.
Ejemplo 1
Palabras de Níobe cuando sus hijos yacían muertos:
¿Qué clase de fortuna cambio por qué otra, privada de hijos quien antes era considerada afortunada por su prole? La abundancia se convirtió en carencia, y no soy madre de un solo hijo yo que antes aparecía como madre de muchos. ¡Cuán necesario hubiera sido en un principio no tenerlos antes que tenerlos para llorarlos! Quienes son privados de sus hijos son más desgraciados que quienes no los tuvieron, pues lo que llega a experimentarse aflige cuando es arrebatado.
Pero ¡ay de mí!, sufro un destino semejante al de mi padre. Soy hija de Tántalo, el cual convivía con las divinidades, pero, después del banquete, era expulsado de la compañía de los dioses, y, puesto que procedo de Tántalo, confirmo mi linaje con las desgracias. Me hice amiga de Leto y por culpa de ésta soy desgraciada, y he recibido su trato para verme privada de mis hijos, y la convivencia con la diosa desemboca para mí en desgracias. Antes de llegar a su conocimiento, yo era una madre más envidiada que Leto, pero, después de resultarle conocida, quedó privada de una prole que antes de nuestro encuentro tenía en abundancia. Y ahora yacen muertos mis hijos de uno y otro sexo, y es más difícil llorar lo que resultó ser más venerable.
Ejemplo 2
Medea contemplando a sus hijos asesinados por su mano:
Horribles flores rojas brotan debajo de sus pacíficos rostros. Son las flores cultivadas por mi mano, mano de una madre. He dado vida, ahora también la quito, y ninguna magia puede devolver el espíritu a estos inocentes. Nunca volverán a poner sus brazos minúsculos alrededor de mi cuello, nunca su risa llevará la música de las esferas a mis oídos. Que la venganza es dulce es una mentira. Puedo haber herido el corazón de Jasón con estos asesinatos, pero he maldecido completamente mi propia alma.
Ejemplo 3
Las siguientes son palabras de Guillermo León Valencia:
“Su vivir se asemeja, en el andar sin descanso, a un evangelista del civismo, cuya inmensa caída de prosélitos él viera por seis lustros alimentando muchedumbres, livertando galeotes, avizorando lejanías, fascinando mieses de pasión, aromando la extraña como propia tienda con el precioso sándalo de la bondad y del ingenio…”
Ejemplo 4
La siguiente etopeya define a Cornelia según Plutarco:
“Hija del ciudadano más ilustre, Metelo Escipión, esposa de Pompeyo, príncipe de poder enorme, madre del más precioso de los hijos, me veo zarandeada en todas direcciones por tal cúmulo de calamidades que mi puedo asumirlas en mi cabeza o en el silencio de mis pensamientos, ni tengo palabras ni frases con que expresarlas.”
Ejemplo 5
Es Pepita Jiménez, el escritor juan Valera define a Don Gumersindo de la siguiente manera:
“Don Gumersindo […] era afable […] servicial. Compasivo […] y se desvivía por complacer y ser útil a todo el mundo aunque costase trabajos, desvelos, fatiga, con tal que no le costase un real […] Alegre y amigo de chanzas y burlas […] y las regocijaba con la amenidad de su trato […] y con su discreta, aunque poco ática conversación” – En Pepita Jimenez de Juan Valera.
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