5. Contra quienes se enfrentaba el imperio bizantino y cuál era su objetivo
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Respuesta:
Las guerras otomano-bizantinas fueron una serie de conflictos bélicos entre los pueblos túrquicosnota 1 y el Imperio bizantino que se libraron a lo largo de cuatro siglos, desde mediados del siglo xi hasta la Caída de Constantinopla en 1453. Estas guerras influyeron en los estados beligerantes, y también fueron una de las causas de las Cruzadas, condujeron a la destrucción del Imperio bizantino —sucesor del Imperio romano de la antigüedad— y permitieron al Imperio otomano volverse una de las principales potencias de la época.
Las primeras escaramuzas entre bizantinos y turcos se remontan a mediados del siglo xi, cuando grupos turcos compuestos de oğuz y selyúcidas se asentaron en la frontera oriental del Imperio bizantino. La instalación permanente de los turcos en el antiguo territorio del Califato abasí del 1055 en adelante permitió a los selyúcidas expandirse a costa de los bizantinos. La victoria selyúcida en la batalla de Manzikert junto con las guerras civiles bizantinas facilitaron la colonización turca de Asia menor. La ascensión al trono bizantino de la casa de los Comneno y la Primera Cruzada obligaron a los selyúcidas a ceder parte del territorio conquistado en la parte occidental de la península, pero los bizantinos no lograron recuperarla.
El declive bizantino de finales del siglo xii condujo a la pérdida de territorios de los que se adueñaron los selyúcidas. Estos no pudieron aprovechar la división del imperio surgida de la Cuarta Cruzada debido tanto a su derrota en Antioquía del Meandro como a las invasiones mongolas, que precipitaron el reparto de sus territorios en diversos Estados.
A partir de 1261 y la reconquista bizantina de Constantinopla, arrebatada a los latinos, los diferentes emires turcos que sustituyeron a los selyúcidas en la región fueron apoderándose de territorio bizantino de manera que, a principios del siglo xiv, dominaban casi toda Anatolia, aun a pesar de la intervención de la Gran Compañía Catalana. Fue el Emirato otomano el que más provecho sacó de los apuros bizantinos. Conquistó Nicea y Nicomedia hacia 1330. Muy pronto los otomanos atravesaron el Bósforo y se instalaron también en Europa, donde sometieron progresivamente a todos los Estados cristianos de la península balcánica. A partir de 1389, durante el reino de Bayaceto I, Contanstinopla sufrió un bloqueo que solo algunos aventureros occidentales lograron burlar en ocasiones. Por entonces, el Imperio bizantino había quedado reducido a Constantinopla y sus alrededores y al Despotado de Morea. La derrota de Bayaceto en la batalla de Ankara de 1402 frente Tamerlán debilitó el imperio, que durante la década siguiente se sumió en una guerra civil y sufrió la rebelión de los emiratos sometidos hasta entonces. El Imperio bizantino no pudo aprovechar apenas esta coyuntura y pronto su situación volvió a la que tenía antes de la derrota otomana de 1402. Tras un primer asedio infructuoso de Constantinopla en 1422, los otomanos conducidos por Mehmed II lograron apoderarse de la capital bizantina en 1453, hecho que marcó el final de lo que aún subsistía del Imperio romano
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