5 conclusiones sobre la guerra de rusia contra ucrania
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1.- A duras penas es imaginable que Rusia sea una potencia meramente regional. Basta con echar una ojeada a su ubicación geográfica, en el centro de las tierras emergidas del norte del planeta, para percatarse de que sus movimientos, o en su caso la ausencia de estos, tienen por fuerza que ejercer efectos sobre el panorama entero del planeta, y ello incluso en los momentos de mayor postración del país. Un Estado que cuenta con fronteras con la Unión Europea, que considera que en cierto sentido el Oriente Próximo es su patio trasero, que sigue desplegando una parte de sus arsenales en la linde con China, que mantiene contenciosos varios con Japón y que choca con Estados Unidos a través del estrecho de Bering no puede ser, por definición.
2.- Rusia se beneficia de evidentes potencialidades, pero arrastra también taras no menos relevantes. Recordemos, sin ir más lejos, que, al menos en lo que respecta a su territorio europeo, es un país geográficamente desprotegido —los Urales no acertaron a evitar la llegada de un sinfín de pueblos procedentes de Asia, de la misma suerte que las llanuras centroeuropeas no fueron obstáculo para la arribada de los ejércitos de Napoleón en 1812 y de Hitler en 1941—, que carece llamativamente de una salida permanente y hacedera a mares cálidos, que está ubicado en latitudes demasiado septentrionales como para permitir el despliegue de una economía diversificada, que cuenta con ríos que en la mayoría de los casos discurren de sur a norte y a duras penas pueden ser objeto de un uso comercial estimulante o, en fin, que atesora una riqueza ingente en materias primas que se encuentran, sin embargo, en regiones tan alejadas como inhóspitas.
3.- Es urgente que nos deshagamos de varios mitos que rodean a la figura del presidente ruso, Vladímir Putin. Pese a la apariencia de firmeza, de fortaleza y de eficacia que lo acompaña, lo más probable es que los historiadores no sean muy generosos a la hora de evaluar su gestión.
4.- Pese a que la prudencia se impone a la hora de enunciar cualquier conclusión incuestionable, no parece que nos encontremos ante una reaparición de la Guerra Fría. Al respecto cabe invocar dos argumentos principales. El primero señala que, a diferencia de lo que ocurrió al amparo de la colisión entre bloques antes de 1990, en el momento presente no se enfrentan dos cosmovisiones y dos sistemas económicos diferentes. Aunque el capitalismo occidental y el ruso muestren modulaciones eventualmente distintas, es fácil apreciar una comunidad de proyectos e intereses.
5.- A la luz del discurso monocorde que emiten nuestros medios de incomunicación, pareciera como si Rusia no hubiera recibido agravio alguno y se comportase como una potencia agresiva ajena a toda contención. La realidad es, sin embargo, bastante diferente. En lo que al mundo occidental se refiere, Rusia lo ha probado casi todo en el último cuarto de siglo: la docilidad sin límites del primer Yeltsin, la colaboración de Putin con Bush hijo entre 2001 y 2006, y, en suma, una moderada confrontación que era antes la consecuencia de la prepotencia de la política estadounidense que el efecto de una opción propia y consciente.