5 acciones misioneras con sus respectivas ilistraciones
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Necesidad de obras de Caridad. En las comunidades Misionadas existe una profunda pobreza y necesidad de servicios básicos. Viven familias completas con carencias materiales y de oportunidades de estudio, laborales, salud y de desarrollo social.
Un verdadero Misionero descubre que la solución de la pobreza no está en los modelos económicos, si no en la práctica de la Caridad, Virtud Cristiana que invita a la donación desinteresada. En pocas y simples palabras: Dar lo que tienes a lo demás sin ningún interés de por medio.
Por esa razón la Caridad hacia las comunidades no puede venir del Gobierno, ya que no existe “desinterés” en ninguna de sus acciones. Tampoco puede venir de la iniciativa privada, ya que se rigen por criterios de inversión y rentabilidad. La Caridad viene del Misionero, que da con amor y por amor.
2. Necesidad de obras de Misericordia. Hospedar, visitar, alimentar y vestir al necesitado. Un Misionero lo práctica, no solo en la Semana Santa con la comunidad, lo hace cada día en el semáforo, en las casas hogar y en las posadas de los inmigrantes.
Pero también, se da cuenta que dentro de su círculo cercano existe esta necesidad, en los tíos ancianos, con los primos enfermos de alguna adicción, incluso con los familiares que por su pecado han sido aislados y descartados de la convivencia familiar.
El Misionero busca realizar acciones que se puedan ver, sentir y escuchar para generar una verdadera experiencia de la Misericordia de Dios.
3. Necesidad de Oración y Mortificación. El Misionero que regresa de las comunidades no puede estar tranquilo y satisfecho con el trabajo de una semana. Si realmente hay amor por las almas, no puede quitar de la mente las necesidades de las personas que conoció y le abrieron las puertas de sus humildes casas.
Ante los problemas tan complejos que el Misionero presenció y experimentó cara a cara, se establece un compromiso de corresponsabilidad con esas personas necesitadas. Por esa razón, el auténtico Misionero toma el compromiso de la oración y la mortificación.
Una oración más profunda y cada vez más alejada del egoísmo y de los propios caprichos, una oración que pone como centro del diálogo con Dios el bien espiritual y material de los demás y no el propio.
Ya no se puede ser indiferente ante las propuestas de sacrificarse y privarse de gustos, lujos, metas materiales y de tiempo. Un verdadero Misionero busca el sacrificio para ofrecerlo por la gente de su comunidad, mortifica su cuerpo y su alma como signo de corresponsabilidad.
4. Necesidad de redescubrir la riqueza de la Fe. No basta con la formación del catecismo que recibimos antes de nuestra Primera Comunión, tampoco con la formación recibida previa a las Misiones.
Un auténtico Misionero busca profundizar en la Fe, el Evangelio se vuelve su lectura diaria, se preocupa por conocer la Tradición y es fiel al Magisterio de la Iglesia. Se apoya de los actuales apóstoles y deja a un lado las fuentes seculares de información, como los noticieros de la mañana.
Introduce en su vida el gusto por la lectura sobre Santos, historia de la Iglesia, sana apologética, encíclicas y todo contenido que fortalece el conocimiento y por lo tanto, el amor a la fe.
5. Necesidad de transmitir la Fe. Un Misionero se da cuenta que falta mucho por hacer. Por eso, la actividad Misionera en Semana Santa es parte de su vida, esta en su calendario anual.
Se puede decir que todo el mundo ha escuchado de Jesucristo, pero ¿Cuántos le conocen? ¿Cuántos al pasar una procesión por las calles con Cristo Eucaristía son capaces de dejar de hacer
lo que están haciendo y ponerse de rodillas? ¿Cuántos tienen la certeza de la Resurrección del Señor? ¿Cuántos están consientes del sacrificio en la Cruz? ¿Cuántos son los valientes que luchan contra sus propias pasiones para llevar un vida de sacramentos?.
La batalla por el alma del mundo es hoy, y pareciera que el Maligno lleva ventaja, pero el Misionero es el soldado raso que lucha para perseverar y transmitir la fe desde la familia, hasta las personas y comunidades que Dios le va poniendo en el camino.