3 situaciones donde se vea reflejada la aplicación de la Inteligencia Emocional
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Las experiencias personales pueden generalizarse para los demás, pero solo hasta cierto punto. Debe comprenderse la individualidad de cada uno.
Pensar en las reacciones realizadas en forma inmediata a las emociones, tratar de interpretarlas y aprender de ellas.
Es importante tener personas con las que uno tiene confianza como para expresar en forma concreta las emociones que siente.
Evitar los estimulantes de determinadas sensaciones: habitualmente las drogas, la cafeína o diferentes fármacos pueden cumplir este rol, que es contrario a la inteligencia emocional.
El cerebro muchas veces solapa las verdaderas emociones con otras: es frecuente que las personas se enojen para no manifestar la tristeza. Comprender verdaderamente cuál es la emoción que se siente es uno de los puntos más altos de la inteligencia emocional.
Entender la función de las emociones en el cuerpo, y no juzgar el hecho de sentirse mal ni bien como algo más de lo que realmente son: emociones transitorias.
Valorar los triunfos de los demás, sin con eso estarse permanentemente comparando y sacando conclusiones para la vida propia.
Las personas con inteligencia emocional alta son capaces de aceptar los errores cometidos y de perdonarlos, pero no con esto dejando de aprender de lo que han hecho.
También las personas deben ser capaces de identificar sus errores, no cayendo en un narcicismo por el que piensan que todo lo hacen bien. Se trata de encontrar el equilibrio.
Un espacio para potenciar la inteligencia emocional en los niños es el juego, y sobre todo el deporte. La exposición a perder que tienen todos los participantes, hace que los que acaban ganando sean capaces de dimensionar en forma clara lo que sienten los que pierden. Esto persiste en el ejercicio del deporte en los mayores de edad, e incluso en situaciones como las entrevistas de trabajo.