3. Realiza un cuento corto con los sentimientos que la situación por el Covi-19, han provocado en ti?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El coronavirus se había encargado de minar la serenidad familiar. Al principio, como tantos ciudadanos, habíamos tratado de quitarle importancia. Creíamos que el virus, procedente de China, tendría un recorrido corto y que antes de que nos diéramos cuenta habría desaparecido. Sin embargo, conforme pasaban las semanas y aumentaban drásticamente los casos de contagio y el número de fallecidos, la confusión se adueñó de todos nosotros. A falta de vacunas, el mejor modo de prevención, según los epidemiólogos, era el aislamiento. El coronavirus ya no era un cuento chino, era una amenaza real.
Mamá, por su parte, no ayudaba en absoluto. Trabajaba de enfermera en el hospital y cada vez que llegaba a casa tras una dura jornada nos daba el parte médico. Entre ella y los medios de comunicación, era difícil abstraerse del clima de histeria colectiva. El coronavirus llevaba camino de convertirse en pandemia, como aseguraba la OMS.
–A mí no me da miedo contraer el coronavirus. En personas con salud no suele ser demasiado dañino. Paracetamol y punto. Quien me preocupa es el abuelo. Como lo pille, la espicha –dijo mamá. “Espicharla”, en su jerga de hija asustadiza, significaba “morir vilmente, como un perro”–. Debemos conseguir que el abuelo acepte una cuarentena voluntaria –sentenció.
Asociar la expresión “cuarentena voluntaria” al abuelo era tarea complicada. El buen hombre, aun en el ocaso de su vida, tenía más energías que todos nosotros juntos. El verbo “aceptar” no encajaba en su filosofía de vida. Por ese motivo nos miraba siempre por encima del hombro, y cuando le preguntaban por su familia se limitaba a vomitar algún exabrupto. “¡Panda de renegaos!”, exclamaba. “¡Carecen de valor!”.
Explicación:
copia lo que quieras amigo es lo mas inportante