3. ¿Qué creen que se debe hacer para que los eventos de violencia como los que hemos recordado hoy no se repitan?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
espero te sirva...
Explicación:
planteamiento del problema
Por más de 50 años, Colombia ha venido padeciendo un conflicto armado interno, que ha afectado a la sociedad y a la escuela como institución que promueve el ejercicio de la ciudadanía. Según Rendón (2010), la escuela tiene un papel relevante en la formación de valores y en la formación para la ciudadanía. Se considera un espacio público donde se aprende a vivir de manera democrática. Sin embargo, el conflicto armado ha generado cambios desfavorables en la escuela. Romero (2012), al citar al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), enfatiza en que los maestros deben entender y asumir el contexto que habitan y la afectación de este, en este caso, el desplazamiento, con el objeto de encaminar a la niñez y a la juventud que se encuentran en esa condición: “… de los 1.089 municipios del país, 1.067 registran casos de desplazamiento, los cuales representan el 97,2% de éstos” (p. 27).
La Unesco (2011) menciona que los países que tienen conflictos violentos se encuentran en los últimos puestos en las evaluaciones internacionales debido a las consecuencias que estos generan en los niños y niñas:
… lesiones, inseguridad, traumas psicológicos, desarraigo y destrucción de la vida familiar y comunitaria... esos efectos privan a niños, jóvenes y adultos de oportunidades de educación que podrían transformar sus vidas y frenan el progreso del desarrollo humano en países enteros, dejándolos encerrados en un círculo vicioso de violencia, pobreza y desventaja educativa (p. 149).
La escuela como espacio público se ha desvirtuado, al igual que otros espacios públicos que son considerados lugares para la acción. Dentro de esos lugares es importante recalcar que la Escuela debería ser un escenario para la formación en la participación positiva que conduzca al diálogo, al debate y al discurso que fomenta la conciliación. León (1998) menciona la Ley 9.ª de 1989 de Colombia que consagra que los espacios públicos son lugares “… destinados por su naturaleza, por su uso o afectación, a la satisfacción de las necesidades urbanas colectivas que trascienden, por tanto, los límites de los intereses individuales de los habitantes” (p. 29). De igual forma, Berroeta y Vidal Moranta (2012) consideran el espacio público como “… el lugar de la expresión pública del interés común, donde el ser humano busca los lazos compartidos y la diferenciación” (Párr. 7). La sociedad en sí no ejerce su acción política en la medida en que no participa de los debates y de los asuntos que le conciernen.
De acuerdo con el grupo de investigación interdisciplinar, cuando no se da esa participación no se construye una identidad. Por lo tanto, “[La] exclusión política, social y económica se hizo explícita en el ámbito de lo cultural y la representación…” (p. 23), puesto que los discursos y las prácticas surgen únicamente de una identidad constituida por la lógica de las élites. Las segregaciones físicas y sociales derivadas de la exclusión han contribuido a crear ciudades amorfas, sin vínculos, sin un lugar para las relaciones, las interacciones y los intercambios que generen contextos más amables para una convivencia armónica.
En consecuencia, los conflictos de todo orden han traído como consecuencia las violaciones de los derechos humanos. Para el caso colombiano, el conflicto armado ha generado el desplazamiento de las poblaciones en la mayor parte de las regiones del país. Y este fenómeno ha afectado a la Escuela debido a que los niños y jóvenes no pueden continuar su proceso de formación en un solo lugar.