3. Medita la Palabra: Entendamos la Palabra de Dios a partir de las siguientes preguntas:
Respuestas a la pregunta
1. Uno de los rasgos de la humanidad, en calidad de seres creados a imagen de Dios, es el libre albedrío, que incluye la capacidad de tomar decisiones y responsabilizarnos de las consecuencias de las mismas. A veces nos cuesta mucho aprender a tomar decisiones que glorifiquen a Dios y que cumplan Su voluntad; el proceso de averiguar qué quiere Dios, de esperar a que nos comunique soluciones y nos oriente pone a prueba nuestra fe y la hace crecer.
Para los cristianos, la toma de decisiones debe ser un proceso relacional en el que dialoguemos con Dios. Para empezar, le presentamos todas nuestras ansiedades, sabiendo que Él cuida de nosotros1. Nos ha dicho que nos acerquemos a Él y «razonemos»2, con lo que expresa Su deseo de conversar con nosotros. Quiere estar presente y participar en la conversación cuando tomamos decisiones, y ha prometido que Su Espíritu en nosotros nos guiará a toda la verdad3.
A lo largo de nuestra vida nos enfrentamos a decisiones trascendentales que inciden en nuestro futuro: elegir una profesión, la persona con quien nos casaremos, la forma de criar a nuestros hijos, dónde vamos a vivir, qué tipo de compromiso asumiremos con respecto a nuestra fe y cómo participaremos en la obra de Dios. Uno de los pasos más importantes para averiguar la voluntad divina y tomar decisiones acertadas consiste en tener presente a Dios y encomendarle nuestros caminos. «Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia; reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas»4.