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Si, Felipe, mañana mismo, y espero que no tendrá mala travesía para llegar al puerto,
a menos que no cambie el viento. Después de todo, quinientas millas no es ninguna cosa
extraordinaria, cuando el barco tiene buena máquina y sabe llevar la lona.
-Y, además, que el comandante Lafayate conoce bien la ruta.
-Que es toda derecha. Proa al sur para venir, proa al norte para volver; y si la brisa
continúa soplando de tierra, podrá mantenerse al abrigo de la costa y navegará como por
un río.
-Pero un río que no tendrá más que una orilla -repuso Felipe-. Y si el viento salta a otro
cuadrante. .. -Eso sería mala suerte, y espero que no ha de tenerla el Santa Fe. En quince
días puede
haber ganado sus quinientas millas y fondear en la rada de Buenos Aires. -Sí, yo creo
que el buen tiempo va a durar. -Así lo espero. Estamos en los comienzos de la
primavera, y tres meses por delante son
más que algo.
-Y los trabajos han terminado en muy buena época.
-Sí, y no hay miedo que nuestra isla, se vaya a fondo con su faro.
-Seguramente, Vázquez; cuando el “aviso” vuelva con el relevo, encontrará la Isla en
el mismo sitio.
-Y a nosotros en ella -dijo Vázquez frotándose las manos, después de lanzar una
bocanada de humo-. Ya ves, buen mozo, que no estamos a bordo de un barco al que la
borrasca zarandea; y si es un barco, está sólidamente anclado a la cola de América...
Convengo en que estos parajes no tienen nada de buenos; que la triste reputación de los
mares del cabo de Hornos está bien justificada y que los naufragios menudean... Pero
todo esto va a cambiar, Felipe: Aquí tienes la Isla de los Estados con su faro, que todos
los huracanes no lograrían apagar. Los barcos lo verán a tiempo para rectificar su ruta, y
guiándose por su claridad se librarán de caer en las rocas del cabo San Juan, de la punta
Diegos o de la punta Fallows, aun en las noches más obscuras... Nosotros somos los
encargados de mantener el fuego, y lo mantendremos...
La animación con que hablaba Vázquez no dejaba de reconfortar a su camarada, que
acaso no miraba tan de color de rosa las largas semanas que había de pasar en aquella
isla desierta, sin comunicación posible con sus semejantes, hasta el día que los tres
fueran relevados. Para concluir, Vázquez añadió: -Ya ves, desde hace cuarenta años
estoy recorriendo todos los mares del antiguo y nuevo continente, de grumete, de
marinero, de patrón... Pues bien, ahora que ha llegado la edad del retiro, yo no podría
desear cosa mejor que ser torrero de un faro: ¡y qué faro! ¡El faro del Fin del Mundo!
Y en verdad que aquel nombre estaba bien justificado en aquella isla, lejana de toda
tierra habitada y habitable. -Dí, Felipe -repuso Vázquez, sacudiendo la ceniza de su
pipa-, ¿A qué hora vas a relevar a Moriz? -A las 10. - Bueno; entonces yo te relevaré a
las 2 de la mañana y estaré de guardia hasta el amanecer.
-Convenido, Vázquez; entretanto, lo más acertado será irnos a dormir.
-¡A la cama, Felipe, a la cama! Vázquez y Felipe se dirigieron hacia la pequeña
explanada en medio de la cual se alzaba el faro, y entraron en el interior.
La noche fue tranquila. En el instante en que alboreaba, Vázquez apagó la luz que
alumbraba hacía doce horas.
Generalmente débiles en el Pacífico, sobre todo a lo largo de las costas de América y
de Asia que baña el vasto océano, las mareas son, al contrario, muy fuertes en la
superficie del Atlántico y se hacen sentir con violencia en aquellos lejanos parajes.
El amanecer de aquel día comenzó a las seis de la mañana, y al “aviso” le hubiera
convenido aparejar desde luego. Pero sus preparativos no estaban del todo concluidos, y
el coma ndante no contaba salir de la bahía de Elgor hasta la marca de la tarde.
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Una de las grandes innovaciones en los faros fue introducida en 1822 Augustin-Jean Fresnel, que inventó una lente que permitía concentrar la luz y que hacía que esta llegara mucho más lejos que en los anteriores faros, que se empezaron a popularizar en 1860.
De este modo, la literatura ha recogido historias por miles sobre estos verdaderos monumentos del ingenio humano. Uno de los más célebres es el de Julio Verne
esho es lo unico que she.... espero que la respuesta te alla alludado...
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