3 canciones o musica que no tengan un pulso definido.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Una gran parte de las músicas que se hacen por todo el mundo tienen una clara pulsación ♫. El pulso de esta música que oímos es… “pum, pum, pum”. Y sobre este pulso los intérpretes confeccionan su ritmo: “tum chaca chaca chaca pum txin txin txin txin…” ♫
Como veis, el pulso de la música tiene un gran parecido al de nuestro cuerpo. Puede ser más rápido y más lento, acelerar o retardar. En la música, el pulso y el ritmo funcionan como un corazón que impulsa la música hacia delante. De esto ya hablamos en el capítulo séptimo de esta emisión, llamado PULSO Y RITMO ♫. Pero hay otras músicas que no son impulsadas hacia ningún sitio. Simplemente flotan ♫.
No necesitan estas músicas flotantes ni bombeos, ni empujones, ni energías extraordinarias, ni alientos constantes. No necesitan motor, como las máquinas o los automóviles, porque no quieren ir a ningún sitio. No son músicas excitantes, nerviosas; tampoco tienen brío ni gran vitalidad, pero, ojo, no son músicas muertas. Son como los Océanos Pacíficos: tienen pocas olas y mucha extensión ♫. Son músicas que no tienen peso, que no tocan el suelo, se mantienen en el aire de una forma relajada sin tensiones de ningún tipo, como esas aves que se sostienen en el espacio sin mover las alas ♫.
Hay otra forma de vida en la música que no es la del pulso y el ritmo. Hay MÚSICAS SIN PULSO, PERO VIVAS ♫.
Tranquilidad, quietud, calma, paz, reposo… Así es como tenemos que recibir a la música que va a sonar en el programa de hoy ♫.
De Oriente nos llega un tipo de meditación llamado ZEN, donde vivir la calma es fundamental ♫. De esta música de gong llamada Pulsando el tiempo, pasamos a los sonidos quietos, suspendidos, de las campanas tibetanas ♫.
Ahora nos acompaña un diálogo entre un grito de elefante africano y un instrumento de viento hecho con un cuerno ♫. Otro animal hace su aparición: es el mono aullador del Amazonas; su canto profundo y seguido nos suena como el rumor del viento ♫.
Entramos de lleno en las voces ♫. Sobre un colchón sonoro aparece esta voz griega que se extiende ante nosotros con gran flexibilidad ♫. De Grecia a Japón, sin darnos apenas cuenta ♫. Pasamos por la India, lugar fundamental del arte contemplativo ♫. Continuamos con voces y llegamos a las armonías de este curioso dúo vocal ♫. Hemos entrado en las polifonías de Albania ♫.
Retrocediendo cuatrocientos años hallamos polifonía religiosa, dilatada y constante. Se desliza con gran suavidad, como esta música de Orlando di Lasso ♫.
Las alturas del Tíbet nos indican que estamos ante las voces más graves de la tierra. Son los lamas, monjes budistas que visten de color naranja ♫.
Cuando el sonido de una flauta hechiza se detiene el tiempo. Seguramente no hay otro instrumento que consiga sostener y estirar más los sonidos. Las flautas sosiegan y aletargan los sentidos convirtiendo el aire en suave y sedoso hilo ♫. Oigamos sin decir palabra alguna flautas de Japón, Mongolia, Filipinas, Turquía y China ♫.
El instrumento rey de nuestra tradición, el órgano, a veces pierde la pulsación, se le para el corazón, y deja sonar sus tubos estáticos produciendo música sin fin, perpetua, aletargada ♫. Música horizontal, eterna ♫. Música congelada, petrificada, paralizada, como el viento de la Antártida y su diálogo con el gran órgano de tubos ♫.
Hay música contemporánea, hecha con sonidos envolventes que nos penetra como el Vicks Vaporub, paralizando hasta la atención Como una ola de fuerza y luz, así se titula esta obra del compositor italiano Luigi Nono ♫. Ligeti es otro gran compositor y maestro de la continuidad ♫.
La electroacústica ha ampliado enormemente el repertorio de músicas sin pulso pero vivas. Hagamos como antes con las flautas. Oigamos distintas músicas sin hablar entre ellas. Están hechas por compositores españoles: Juan Hidalgo, Luis de Pablo, Merçé Capdevila, Ramón González y Eduardo Polonio son nuestros transportistas ♫.
El jazz también se ha empapado de estatismo ofreciendo formas improvisadas, flexibles y tranquilas, sin dejar de ser jazz ♫.
Cuando un sonido seguido y sin variación alguna sirve de acompañamiento a una melodía le llamamos pedal o bordón ♫. Si la melodía es tranquila, el bordón o pedal suele producir un magnífico efecto de descanso, como cuando miramos un horizonte lejano, o los límites del mar ♫.
Cambiamos de bordón, y de la melodía de la voz pasamos a otra melodía hecha con una gaita irlandesa ♫.
Y entre pedales y bordones, con imágenes de infinito y con este estado de placidez que produce el sonido sin fin, terminamos nuestro programa ♫.
No lo olvidéis, en música no todo es marcha y desenfreno: a veces no hay pulso ni ritmo constante y sin embargo nos encontramos con maravillosos estatismos ♫.