Historia, pregunta formulada por damivasquez2010, hace 3 meses

3. à Qué características tenio a cuoco de

Tenochtitlán?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por angamarcajordi
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Respuesta:

Cuando Hernán Cortés y sus hombres arribaron a Tenochtitlan en noviembre de 1519, fueron hospedados en las Casas Viejas de Axayácatl, lujoso palacio ubicado frente al de Motecuhzoma Xocoyotzin. Al poco tiempo de haberse instalado, y según lo cuenta el mismísimo Bernal Díaz del Castillo, los españoles tuvieron un golpe de suerte: buscando el lugar más adecuado para colocar un altar, dos soldados se percataron de la existencia de una puerta que "estaba de pocos dias cerrada y encalada".2 Sospechando la trascendencia del hallazgo, pusieron al tanto a sus superiores, quienes no dudaron un minuto en derribar la tapia y penetrar en una sala que resultó esconder el tesoro heredado por el emperador mexica de sus antepasados:3

Y desde que fue abierta y Cortés con ciertos capitanes entraron primero dentro y vieron tanto número de joyas de oro y en planchas, y tejuelos muchos, y piedras de chalchihuis y otras muy grandes riquezas, quedaron elevados y no supieron qué decir de tantas riquezas. Y luego lo supimos entre todos los demás capitanes y soldados y lo entramos a ver muy secretamente; y desde que yo lo vi, digo que me admiré, y como en aquel tiempo era mancebo y no había visto en mi vida riquezas como aquéllas, tuve por cierto que en el mundo no se debieran haber otras tantas. Y acordóse por todos nuestros capitanes y soldados que ni por pensamiento se tocase en cosa ninguna de ellas, sino que la misma puerta se tornase luego a poner sus piedras y cerrase, y encalase de la manera que la hallamos, y que no se hablase en ello porque no lo alcanzase a saber Montezuma, hasta ver otro tiempo (Díaz del Castillo, 1969: 164-165).

Tras el deslumbrante descubrimiento, se registraron numerosas vicisitudes, pero a la postre llegó el día en que Cortés decidió apoderarse del oro de aquella sala. Con tal propósito, mandó arrancar el metal que engalanaba imágenes divinas, armas, divisas y ornamentos de toda índole, elaborados éstos con plumas preciosas, maderas finas, pedrería y otros materiales que los conquistadores despreciaron mandándolos directamente a la hoguera.

y para verlo y quitarlo [el oro] de sus bordaduras y donde estaba engastado tardamos tres días, y aun para quitarlo y deshacer vinieron los plateros de Montezuma de un pueblo que se dice Escapuzalco. Y digo que era tanto, que después de deshecho eran tres montones de oro, y pesado hubo en ellos sobre seiscientos mil pesos, como adelante diré, sin la plata y otras muchas riquezas, y no cuento con ello los tejuelos y planchas de oro y el oro en grano de las minas. Y se comenzó a fundir con los indios plateros que dicho tengo, naturales de Escapuzalco, y se hicieron unas barras muy anchas de ello, de medida como de tres dedos de la mano el anchor de cada barra (Díaz del Castillo, 1969: 188).

Algunas de estas barras fueron marcadas con las armas reales y atesoradas con celo, en tanto que otras fueron convertidas en crucifijos, medallas, joyas y utensilios de mesa. Como vimos, según Díaz del Castillo, el valor total del oro ascendía a 600 mil pesos, cifra bastante superior a la que nos dan Cortés y su capellán Francisco López de Gómara, quienes estiman el equivalente a alrededor de 162 mil pesos.4 Cualquiera que sea el caso, a la hora de la repartición Cortés adjudicó el consabido quinto para el monarca español, otro tanto para sí y una suma indeterminada para subsanar los gastos de la expedición hechos en Cuba, el costo de dos caballos muertos en tierra firme, además del pago para los procuradores que regresaron a Europa, para la gente que se quedó en la Villa Rica y para dos clérigos que acompañaban a la expedición. Finalmente, y basándose en la jerarquía individual, Cortés repartió el remanente entre todos y cada uno de sus hombres. Como era de esperarse a los soldados de a pie les tocó una suma irrisoria, por lo que algunos se negaron a recibir una dádiva que nada tenía que ver con sus mayúsculos esfuerzos en la empresa conquistadora y, sobre todo, con sus expectativas.5

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