25 palabras conocidas de la obra el principito
Respuestas a la pregunta
Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse.
Es una locura odiar a todas las rosas porque una de ellas te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se cumplió.
Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.
No se debe nunca escuchar a las flores. Solo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.
Solo hay que pedir a cada uno lo que cada uno puede dar.
Caminando en línea recta, uno no puede llegar muy lejos.
Al primer amor se le quiere más, al resto se le quiere mejor.
Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás nadie antes que yo soñó con poseerlas.
Eres el dueño de tu vida y tus emociones, nunca lo olvides. Para bien y para mal.
Lo que veo aquí es sólo una corteza. Lo más importante es invisible.
Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.
Todas las personas mayores fueron al principio niños (aunque pocas de ellas lo recuerdan).
Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.
No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Sólo se conocen bien las cosas que se domestican.
Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido.
La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo.
Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
Te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos.
Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.