2) ¿vivir las bienaventuranzas tienen implicaciones éticas en la vida del cristianismo? ¿Cuáles? ayudaaaaaa por favor es para hoy
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Si nos fijamos bien, todas las parábolas están planteando estas dos preguntas. Es decir,
Jesús fue por la vida haciendo estas dos preguntas. Ha sido la oferta más limpia que se ha
hecho en la Historia, porque van dirigidas a las dos coordenadas que nos definen como
personas: la INTELIGENCIA y la LIBERTAD.
Por tanto el planteamiento que os propongo es el siguiente: quisiera que a partir de
este momento prescindiésemos de todos nuestros supuestos. En estos días vamos a intentar
estrenar la vida. No a estrenarla en el sentido de que no hayamos vivido hasta ahora. Al revés,
hemos de llevar con nosotros toda la experiencia que tengamos de nuestra vida, sin dejar nada
fuera, pero vamos a preguntarnos qué nos parecen esas experiencias tan “nuestras”, pero de
las que hemos querido, en muchas ocasiones, huir, vistas desde la perspectiva que el
Evangelio nos plantea desde las Bienaventuranzas. Vamos a preguntarnos por primera vez lo
Las Bienaventuranzas – Adolfo Chércoles, sj Página 5
de ¿qué nos parece? y si tenemos valor, “si queremos”. En este sentido a lo mejor podemos
“estrenar” la vida.
¿Por qué podemos hacer este planteamiento? Porque las Bienaventuranzas no son
algo sobrenatural, sino lo más profundo del ser humano, lo que toda persona está buscando a
tientas sin saberlo. Y he dicho toda persona, porque es para todos: creyentes, no creyentes,
hombres, mujeres, jóvenes, viejos, de una cultura o de otra. El Evangelio es para “toda
criatura” (Mateo 28, 19). Más aún, si el Evangelio fue anunciado desde estas dos preguntas,
o es verdad en la realidad, o sencillamente es mentira. Esto es lo que hemos de plantearnos
estos días: si el Evangelio es verdad y merece, por tanto, la pena responderle con un sí.
Por tanto, ¿cómo acercarnos? Pues como hemos dicho, quitar, desprender todas
nuestras seguridades, todos nuestros supuestos. Vamos limpiamente a dejar que se nos
pregunte sencillamente qué nos parece la vida desde esta oferta, posiblemente sin estrenar…
S. Ignacio usa una palabra cuando empieza a hablar de la contemplación: ‘reflectir’,
para sacar provecho. Algunos han dicho que este “reflectir” es sinónimo reflexionar. Sin
embargo para S. Ignacio “reflexionar” es discurrir con el entendimiento. En efecto “reflectir”
nunca lo utiliza en las meditaciones de tres potencias, y sí aparece en las contemplaciones y
en la aplicación de sentidos. Es decir, en ejercicios que lo único que requieren es nuestra
presencia pasiva, dejando que la realidad nos toque sin manipulación alguna.
En un diccionario del 1.736 encontré la siguiente definición de “reflectir = el hecho de
reflejarse el rayo de luz en el cuerpo opaco”. Por tanto, reflectir es algo tan simple como
dejar que se refleje en mí eso que está ocurriendo delante de mí. No manipularlo. Toda
reflexión siempre será una manipulación. A lo mejor muy acertada, a lo mejor me aclara
cosas, pero aquí vamos a ver si sencillamente nos dejamos ‘tocar’ por realidades, porque el
Evangelio son cachitos de realidad, no ideas, que sin duda las podemos sacar, pero lo que se
nos dio en el Evangelio fueron trozos de vida, peripecias del ser humano y que preguntan
¿qué os parecen?, ¿qué os dicen? Con estas preguntas pretende despertar en nosotros lo más
sano, lo más espontáneo de nuestro ser, no nuestro mundo de justificaciones.
Y es que las Bienaventuranzas no son algo “sobrenatural”, sino todo lo contrario: lo
más profundo del ser humano, de todo ser humano. Ya hemos dicho que el Evangelio no nos
saca de la realidad, sino que se nos entrega a través de ella. Para confirmar esto vamos a traer
una cita que enmarcará a lo largo de estos días todas nuestras búsquedas y que nos recuerda lo
central que es en la fe cristiana el hecho de la Encarnación (Juan 4, 1). Por tanto, un texto
escrito al final de la revelación que recoge experiencias de la primera comunidad cristiana y
avisa de las ofuscaciones que han podido darse nos dice: Queridos, no os fiéis de cualquier
espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios (el ser humano necesita de “espíritus”
al no nacer “programado” por un instinto como los animales. No los llamará espíritus, pero
siempre necesita apoyarse en algo que le dinamice, sea creyente o no, eso es lo de menos),
pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios:
todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne, es de Dios.
Explicación: