2. ¿Por qué, si en un primer momento de la Edad Media se produce un influjo de la religión y la cultura musulmana (sten
te, oriente medio) en gran parte del Mediterráneo, se puede aún hablar de este periodo como una etapa de la historia
occidental?
Respuestas a la pregunta
El obstáculo aparentemente insalvable que el estrecho de Gibraltar significa para los movimientos de los grupos humanos anteriores a la navegación ha condicionado que las interpretaciones prehistoriográficas y paleontológicas más comúnmente aceptadas -apoyadas en numerosas pruebas físicas- pongan en las costas del Mediterráneo oriental y el Cáucaso las zonas por las que se supone que se produciría el paso desde África hasta Europa.1 No obstante, existen algunas pruebas en sentido distinto, que permitirían considerar la posibilidad de algún tipo de contacto primitivo entre ambas orillas del Mediterráneo occidental.2
El desigual desarrollo histórico entre Mediterráneo occidental y oriental se hace decisivo desde la aparición de la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana en el Creciente fértil del Antiguo Próximo Oriente, que significó para esa región el nacimiento de la Historia. Las zonas del Mediterráneo occidental se vieron influenciadas por difusión de las innovaciones (teoría difusionista), primero de la agricultura y de la cerámica y luego del uso de los metales (Edad de los Metales) y de construcciones como los megalitos. Los pueblos indígenas de sus orillas quedaron incorporados a las redes comerciales de los pueblos colonizadores del Mediterráneo oriental (principalmente griegos y fenicios), navegantes interesados en la búsqueda de materias primas (fundamentalmente metales: cobre, estaño, oro y plata) y mercado para sus productos manufacturados de lujo (cerámica, telas, tintes, armas), para lo que establecieron factorías comerciales que con el tiempo se convertirían en colonias estables, hasta el extremo más occidental (Gadir -Cádiz-). En esta época protohistórica las historias y leyendas que refieren las aventuras y riquezas conseguidas y por conseguir se sitúan en las zonas del Mediterráneo occidental envueltas en un misterio mítico: los trabajos de Hércules (Gerión, columnas de Hércules), viajes de Ulises (Scila y Caribdis, Ogigia -la isla de Calipso que Unamuno identificó con la isla de Perejil y el origen del nombre de España-,3 los Lotófagos), la Atlántida, el jardín de las Hespérides o Islas Afortunadas, etc.
Desde comienzos del I milenio a. C. se desarrollaron verdaderos estados indígenas en algunas partes del Mediterráneo occidental (etruscos en Italia, tartésicos en España). A partir de la batalla de Alalia (537 a. C.) Cartago (una colonia fenicia en un punto estratégico del norte de África, convertida en metrópolis tras la incorporación de las ciudades fenicias de oriente al imperio persa) se impuso a las colonias griegas de Sicilia, sur de Italia y sur de Francia (Magna Grecia, Massalia), convirtiéndose en la potencia dominante del Mediterráneo occidental. Esta situación se alteró con las guerras púnicas del siglo III a. C., en que la República Romana la sustituyó en ese papel, iniciando una nueva estrategia de penetración territorial (constitución de un verdadero Imperio).
La división del Imperio romano -unificador del Mediterráneo o Mare Nostrum- en dos mitades: Imperio romano de Oriente e Imperio romano de Occidente está en el origen de esta división del Mediterráneo en dos partes; que quedó reforzada con la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 y la supervivencia del Imperio bizantino hasta 1453. La intrusión de los vándalos en el Norte de África desde Hispania a comienzos del siglo V, por lo que suponía de una amenaza marítima a Roma, fue vista como una tragedia inaudita (el Mediterráneo había sido un mar seguro desde la supresión de la piratería en el Alto Imperio). Durante un tiempo (siglo VI), la recuperatio Imperii de Justiniano volvió a poner bajo control romano (esta vez oriental) buena parte de las costas del Mediterráneo occidental.
Edades Media y Moderna
La expansión musulmana por la ribera sur del Mediterráneo (siglo VII y siglo VIII) hizo que los rasgos culturales fueran más parecidos entre el Mediterráneo occidental y el oriental que entre el norte y el sur, aunque no se ignoraban las diferencias entre este y oeste, acuñadas en el término Magreb -occidente en idioma árabe- que se aplicaba al noroeste de África y a Al Andalus -la península ibérica-. A partir de la conquista normanda de Sicilia (tras las vísperas sicilianas incorporada a la Corona de Aragón, ya presente en Baleares y el reino de Valencia), y sobre todo a partir de la Reconquista castellana del estrecho de Gibraltar (batalla del Salado, 1340) y del reino de Granada (Guerra de Granada, 1482-1492), comienza un periodo de dominio cristiano del Mediterráneo occidental (sobre todo por la Monarquía Hispánica que comprendía también el reino de Nápoles); al tiempo que el Mediterráneo oriental pasaba a ser controlado por el Imperio otomano, sobre todo tras la toma de Constantinopla en 1453. Las Cruzadas, que mantuvieron una presencia occidental en Oriente en los siglos XII y XIII, hacía tiempo que habían fracasado.