2- Identifica la oración principal en cada párrafo del siguiente texto, resaltándola o subrayándola, si el párrafo solo tiene una oración, identifica el espacio de la oración donde está la idea principal:
Le quitaron el zapato izquierdo
En mis 20 años de ejercicio periodístico, no he escrito ningún otro relato que me haya producido ningún otro sabor tan amargo en la boca y una tristeza tan profunda en el corazón, como el que les narro a continuación.
Ocurre que el fin de semana pasado, un agrónomo amigo y compañero de trabajo se traslada a una finca ganadera , acompañado por dos personas, y no pudo pasar de Villa Altagracia. Mi amigo transitaba por la autopista Duarte, y, sorpresivamente, recibió con dureza un golpe en la parte trasera de su vehículo, perdió el control, salido de la autopista, dio varias volteretas y fue a parar en unos matorrales. El vehículo quedó totalmente destruido. Mi amigo, que conducía, quedo alocado y con fisuras en la espina dorsal. Uno de sus acompañantes quedo prácticamente lisiado, y el otro, un joven de 30 años, casado y con dos hijos, perdió la vida.
Dada la aparatosidad del accidente, mi amigo no sabe quién golpeo el vehículo que conducía. Lo que sabe es que cuando pudo quitarse el cinturón y salir arrastrándose por una de las ventanas rotas del vehículo, había un grupo de personas a su alrededor, y cada uno trataba de alcanzar alguna de las pertenencias de los accidentados. Nadie se acercó a los seres humanos cuyas vidas estaban en riesgo, para darles una mano, auxiliarlos y prestarles solidaridad. ¡Cómo es posible tanta indolencia! En pocos minutos el vehículo estaba prácticamente desmantelado, sin un solo accesorio útil, y las personas accidentadas, totalmente saqueadas y casi desnudas, incluyendo el joven fallecido, a quien no le dejaron una prenda de valor.
Para mi amigo, la acción más desconsoladora se produjo cuando, tirado en el suelo, al lado del moribundo, se le acercó un joven, que parecía tener la actitud de prestarles auxilio, pero resulto todo lo contrario. El individuo llevaba en sus manos el zapato de mi amigo, que lo había perdido en el accidente. Cuando se acercó, de bajo, y sin decir una sola palabra le arranco el zapato izquierdo y se marchó del lugar con ambos calzados. Su alma no sintió el más mínimo remordimiento al dejar moribundo al joven padre de familia. ¡Cuánta sordidez!
Para un periodista que se ha pasado 20 años defendiendo la nobleza de la mayoría de los dominicanos y atribuyendo nuestras miserias a los que les ha tocado dirigir los destinos nacionales, es sumamente doloroso pensar que en un grupo de personas comunes y corrientes no haya aparecido una con la sensibilidad y la templanza necesarias para enfrentarse a la barbarie y a la perversión allí ejecutadas.
Duele profundamente en el alma de cualquier humano sensible, y particularmente en mi alma, tener que aceptar que existan dominicanos tan perversos, capaces de atrincherarse al lado de una autopista, agredir a personas desconocidas que transitan por allí, sin saber si se trata de niños, ancianos o mujeres, y provocar un accidente, para luego ir como buitres por la carroña.
La luz de la esperanza se encendió en el corazón de mi amigo cuando vio que aquel joven se le acercó con su zapato derecho en las manos, pues creía que le ayudaría a salvar a su compañero moribundo, pero todo se derrumbó cuando comprobó que solo buscaba, como ave rapaz, el otro zapato.
Ante un drama tan deprimente como ese, cabe preguntarse si todavía hay algo que valga la pena en este país. ¿Tiene algún sentido escribir o sentarse ante un micrófono o una cámara a hablar de valore y de solidaridad? ¿Vale de algo confrontarse a los sectores poderosos y a los corruptos de cuello blanco, cuando las personas comunes parecen haber perdido el sentido de la solidaridad? También cabe preguntarse,
¿Confieso que escribir esta historia me ha dado mucho dolor en el alma. En el momento en el que finalizo me siento un ser derrotado y deprimido. Me da pena y vergüenza compartir el mismo espacio con los delincuentes que provocan un accidente a cualquier mortal, sin saber quién es, para robarle hasta la ropa interior. Y me entristece más saber que un país no tenga ninguna autoridad capaz de evitar una acción como esta. Parece que esto ya no sirve para nada.
(Marino Zapete, Periodista y ensayista
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
corazón, como el que les narro a continuación.
2. Ocurre que el fin de semana pasado, un agrónomo amigo y compañero de trabajo se trasladaba a una finca ganadera, acompañado por dos personas, y no pudo pasar de Villa Altagracia. Mi amigo transitaba por la autopista Duarte, y sorpresivamente, recibió un golpe en la parte trasera de su vehículo, perdió el control, salió de la autopista, dio varias volteretas y fue a parar en unos matorrales. El vehículo quedó totalmente destruido. Mi amigo, que conducía, quedó alocado y …ver más…
5. Para un periodista que se ha pasado 20 años defendiendo la nobleza de la mayoría de los dominicanos y atribuyendo nuestras miserias a los que les ha tocado dirigir los destinos nacionales, es sumamente doloroso pensar que en un grupo de personas comunes y corrientes no haya aparecido alguien con la sensibilidad necesaria para enfrentarse a la barbarie allí ejecutada.
6. Duele profundamente en el alma de cualquier humano sensible, y particularmente en mi alma, tener que aceptar que existan dominicanos tan perversos, capaces de atrincherarse al lado de una autopista, agredir a personas desconocidas que transitan por allí, sin saber si se trata de niños, ancianos o mujeres, y provocar un accidente, para luego ir como los buitres por la carroña.
7. Siempre he asumido que la mayoría de los políticos, los jefes, los empresarios y los delincuentes comunes, son capaces de cualquier cosa. Pero jamás se me había ocurrido pensar que hombres y mujeres simples de este país se queden de brazos cruzados mientras se esfuma la vida de un accidentado y un grupo de bándalos los despoja de sus pertenencias.
8. La luz de la esperanza se encendió en el corazón de mi amigo cuando vio a aquel joven que se le acercaba con su zapato derecho en las manos, pues creía que le ayudaría a salvar a su compañero moribundo, pero todo se derrumbó cuando comprobó que sólo buscaba el otro zapato.
9. Ante un drama tan deprimente como ese, ca
Explicación:
espero que te allude