2 fabulas cortas con moraleja
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El Trigo
Explicación:
Asomaba el sol primaveral, y bajo sus caricias iba madurando el trigal inmenso. Los granos hinchados, gruesos, pesados, apretados en la espiga rellena, hacían inclinar los tallos, débiles para tanta riqueza, y el trigal celebraba en un murmullo suave su naciente prosperidad.
A sus pies, le contestó una vocecita llena de admiración para sus méritos, alabándolos con entusiasmo. Era la oruga que, para probarle su sinceridad, atacaba con buen apetito sus tallos.
Llegó una bandada de palomas, y exclamaron todas: «¡Qué lindo está ese trigo!» y el trigal no podía menos que brindarles un opíparo festín, en pago de su excelente opinión.
Y vinieron también numerosos ratones, mal educados y brutales, pero bastante zalameros para que el trigal no pudiera evitar proporcionarles su parte.
Después vinieron a millares, mixtos graciosos, pero chillones y cargosos, que iban de un lado para otro, probando el grano y dando su apreciación encomiástica.
Y no faltaron gorriones y chingolos que con el pretexto de librar al trigal de sus parásitos, lo iban saqueando.
Y cuando el trigo vio a lo lejos la espesa nube de langosta que lo venía también a felicitar, se apresuró en madurar y en esconder el grano.
Moraleja
La prosperidad, a veces, trae consigo tantas amistades que se vuelven plaga.
La Cigarra y la Hormiga
La cigarra disfrutaba del verano sin nada que hacer más que relajarse mientras tomaba el sol. Se sentía muy cómoda echada bajo el sol y gozando de sus cálidos rayos.
Sin embargo, la hormiga estaba siempre trabajando bajo el ardiente sol que quemaba.
Hormiga, amiga, ¿no te sientes cansada de trabajar? Mejor échate conmigo a descansar y cantar. – Le dijo la cigarra.
No puedo descansar, y tú tampoco deberías. El invierno se aproxima. Hay que recoger provisiones, ponte a trabajar y deja de holgazanear. – Le respondió su pequeña amiga la hormiga.
Sin embargo, la cigarra hizo caso omiso de su consejo, siguió cantando y haraganeando, riendo muy divertida, y sin trabajar ni un solo día. Pero un día se arrepintió.
Al despertar por la mañana, el viento era helado y abrumador, era el frío del invierno que estaba llegando. Tenía hambre, pero la nieve cubría los campos.
Desde donde estaba, pudo ver la casa de su vecina la hormiga, y recordó que ella tenía provisiones para el invierno. Decidió que era hora de visitarla.
¡Hormiga, hormiga! Ahora necesito de ti, tengo hambre y frío pero no tengo nada, y a ti te sobra comida aquí. – Le dijo la cigarra.
Pero, Cigarra, yo te lo advertí y tengo provisiones solo para mí. Además, trabajé de sol a sol, ¿Mientras yo trabajaba, tú en qué andabas? – Le respondió algo molesta.
Bueno, andaba en lo de siempre ando, cantando y descansando. – Le dijo ella, aunque no entendía por qué se lo preguntaba.
Pues bien, ahí tienes las consecuencias. Si todo el verano cantaste y holgazaneaste, ahora baila en el invierno para ver cómo te las arreglas. – Dijo la hormiga, muy tajante.
Luego de esas últimas palabras, la hormiga sencillamente cerró la puerta y se devolvió a su casa tranquilamente. Mientras la cigarra, que estaba fuera, aprendió una lección ese invierno.
Moraleja
Si te esfuerzas y trabajas duro, podrás disfrutar de las recompensas, pero si holgazaneas todo el día tendrás que asumir las consecuencias.