2. En el siguiente párrafo hay una idea que no va. Descúbrela y escribe por qué rompe la unidad
del párrafo.
El rey del baloncesto
Por las tardes, cuando llegaba del colegio de Wellintong y comía lo
que su madre Dolores le había preparado, Michel Jordan se sentaba
con sus amigos de barrio y comenzaba a soñar con grandes cestas y
espectaculares jugadas que algún día, después de ganar el título
nacional en 1982 y terminar sus estudios en 1984, realizaría en la
s
mejores canchas de baloncesto del mundo. Luego peloteaba su balón
de cuero viejo y organizaba partidos que duraban hasta la noche.
Tomado de "El rey del baloncesto" en Dini, No. 53, sep.1997, p. 18
La idea que no va es:
porque:
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
que sustantivo hay en
Hubo una vez un rey que tenía un gran palacio cuyos jardines eran realmente maravillosos. Allí vivían miles
de animales de cientos de especies distintas, de gran variedad y colorido, que convertían aquel lugar en una
especie de paraíso del que todos disfrutaban.
Sólo una cosa en aquellos jardines disgustaba al rey: prácticamente en el centro del lugar se veían los restos
de lo que siglos atrás había sido un inmenso árbol, pero que ahora lucía apagado y casi seco, restando brillantez y color al conjunto. Tanto le molestaba, que finalmente ordenó cortarlo y sustituirlo por un precioso
juego de fuentes.
Algún tiempo después, un astuto noble estuvo visitando al rey en su palacio. Y en un momento le dijo
disimuladamente al oído:
- Majestad, sois el más astuto de los hombres. En todas partes se oye hablar de la belleza de estos jardines
y la multitud de animales que los recorren. Pero en el tiempo que llevo aquí, apenas he podido ver otra cosa
que no fuera esta fuente y unos pocos pajarillos... ¡Qué gran engaño!
El rey, que nunca pretendió engañar a nadie, descubrió con horror que era verdad lo que decía el noble.
Llevaban tantos meses admirando las fuentes, que no se habían dado cuenta de que apenas quedaban unos
pocos animales. Sin perder un segundo, mandó llamar a los expertos y sabios de la corte. El rey tuvo que
escuchar muchas mentiras, inventos y suposiciones, pero nada que pudiera explicar lo sucedido. Ni siquiera
la gran recompensa que ofreció el rey permitió recuperar el esplendor de los jardines reales.
Muchos años después, una joven se presentó ante el rey asegurando que podría explicar lo sucedido y
recuperar los animales.
- Lo que pasó con su jardín es que no tenía suficientes excrementos, majestad. Sobre todo, de polilla.
Todos los presentes rieron el chiste de la joven. Los guardias se disponían a expulsarla cuando el rey se lo
impidió.
- Quiero escuchar la historia. De las mil mentiras que he oído, ninguna había empezado así.
La joven siguió muy seria, y comenzó a explicar cómo los grandes animales de aquellos jardines se
alimentaban principalmente de pequeños pájaros de vivos colores, que debían su aspecto a su comida,
compuesta por unos coloridos gusanos a su vez se alimentaban de varias especies rarísimas de plantas y
flores que sólo podían crecer en aquel lugar del mundo, siempre que hubiera suficiente excremento de
polillas... y así siguió contando cómo las polillas también eran la base de la comida de muchos otros pájaros,
cuyos excrementos hacían surgir nuevas especies de plantas que alimentaban otros insectos y animales, que
a su vez eran vitales para la existencia de otras especies... Y hubiera seguido hablando sin parar, si el rey no
hubiera gritado.
¡Basta! ¿Y se puede saber cómo sabes tú todas esas cosas, siendo tan joven? - preguntó.
- Pues porque ahora todo ese jardín ahora está en mi casa. Antes de haber nacido yo, mi padre recuperó
aquel viejo árbol arrancado del centro de los jardines reales y lo plantó en su jardín. Desde entonces, cada
primavera, de aquel árbol surgen miles y miles de polillas. Con el tiempo, las polillas atrajeron los pájaros, y
surgieron nuevas plantas y árboles, que fueron comida de otros animales, que a su vez lo fueron de otros...
Y ahora, la antigua casa de mi padre está llena de vida y color. Todo fue por las polillas del gran árbol.
- ¡Excelente! -exclamó el rey-. Ahora podré recuperar mis jardines. Y a tí, te haré rica. Asegúrate de que
dentro de una semana todo esté listo. Utiliza tantos hombres como necesites.
- Me temo que no podrá ser majestad- dijo la joven-. Si queréis, puedo intentar volver a recrear los jardines,
pero no viviréis para verlo. Hacen falta muchísimos años para recuperar el equilibrio natural. Con mucha
suerte, cuando yo sea anciana podría estar listo. Esas cosas no dependen de cuántos hombres trabajen en
ellas.
El rostro del anciano rey se quedó triste y pensativo, comprendiendo lo delicado que es el equilibrio de la
naturaleza, y lo imprudente que fue al romperlo tan alegremente. Pero amaba tanto aquellos jardines y
aquellos animales, que decidió construir y reestablecer el equilibrio natural de aquellos jardines en cualquier otro lugar.