Historia, pregunta formulada por miguelrestrepopdox9u, hace 1 año

15 cualidades que fortalecen la personalidad, y promueven el empoderamiento de la persona humana.

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Respuestas a la pregunta

Contestado por Usuario anónimo
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EL TEC DE MONTERREY en su misión destaca de forma significativa atender y promover

aprendizajes que coadyuven a la formación integral de la personalidad del estudiante, además de

aquellos aprendizajes propios de su formación académica. Esto no es nuevo en la institución:

desde su fundación ha estado presente en los hábitos de sus profesores y de sus alumnos, aunque

no siempre suficientemente explícito en los objetivos y prácticas.

Atender la formación de cualidades personales y de una personalidad integral en los

estudiantes es una tarea que lleva al profesor a preocuparse por el impacto que en la personalidad

y el carácter del estudiante tienen las continuas interacciones entre profesores y alumnos, y de

éstos con el ambiente que los rodea. Este ámbito de la educación está estrechamente relacionado

con la formación en actitudes y valores.

Los valores actúan como guías y principios que rigen los comportamientos de las personas e

impulsan, orientan y condicionan la conducta y contribuyen a formar los rasgos de la

personalidad. Los valores en los procesos de formación son el fundamento de todo juicio,

decisión o acción que realice el individuo a lo largo de su vida.

El Tec, consciente de la importancia de las actitudes en la vida de un profesio-nal llamado a

tomar significativas decisiones en la sociedad y en el mundo del trabajo, ha definido en su misión

que sus alumnos adquieran un perfil que los distinga por una serie de cualidades personales como

la honestidad, la responsa-bilidad, la cultura de trabajo, el espíritu de superación personal y el

respeto a la dignidad de las personas; que se caractericen por tener una conciencia clara de las

necesidades de su país y de sus regiones, y asuman una actitud comprometida con su desarrollo; y

que manifiesten respeto a la naturaleza y aprecio por su cultura, de tal forma que sean personas

dignas, personas que, con capacidad de liderazgo, contribuyan a mejorar la sociedad en que

viven e influyan en el desarrollo futuro de la misma.

Fomentar de manera intencional este perfil en el estudiante es el gran reto al que hoy se

enfrentan los profesores en la implantación del modelo educativo. No fue en sus inicios, ni lo es

en este momento, una tarea fácil. Los profesores tuvieron que salvar muchos obstáculos. El

primer paso para avanzar fue comprender y aceptar que también la universidad debe

responsabilizarse de la formación del carácter del estudiante. Hasta ahora, un gran número de

profesores tenía el concepto de que esta formación era exclusiva de la familia, de la escuela

elemental y de las escuelas religiosas; muchos profesores pensaban que cuando un estudiante

llegaba a la universidad ya tenía su carácter formado y su personalidad definida y era muy poco

lo que podía hacerse en este sentido.

Superado este mito, el paso siguiente fue preguntarse cómo se enseñan y se aprenden las

actitudes y valores sin teorizar acerca de ellos; cómo se integra este aprendizaje a un curso de

química, de matemática, de contabilidad, de administración; qué necesitan saber los profesores

acerca de los valores para poder fomentarlos. Aplicar esta característica del modelo educativo

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