10 verbos de el cuento "Trato Hecho"
Cuento:
Cuando Marita tenía trece años, estaban de moda las remeras desteñidas y los “jeans”
gastados. Si bien yo había crecido durante la Depresión, en los años treinta, y sin
dinero para ropa, jamás me había vestido pobremente.
Un día la vi en la carretera, frotando los dobladillos de sus “jeans” nuevos con
tierra y gastándolos con piedras. Me quedé aterrada al ver cómo destrozaba
aquellos pantalones, que yo acababa de comprarle, y me apresuré a decírselo.
Ella siguió con su empeño mientras yo insistía en contarle el culebrón de mis
privaciones infantiles. Cuando terminé, sin haber conseguido arrancarle una
lágrima de arrepentimiento, le pregunté por qué estaba estropeando sus “jeans”
nuevos.
—No se pueden usar nuevos —me contestó, sin levantar los ojos.
__¿Por qué no?
—Porque no, y los estoy estropeando para que parezcan viejos.
¡Qué falta de lógica! ¿Cómo era posible que estuviera de moda estropear la ropa
nueva? Cada mañana, cuando ella se iba a la escuela, yo me la quedaba mirando y
suspiraba: «Mi hija con semejante aspecto».
Pero ahí estaba, con una camiseta vieja del padre, teñida con grandes rayas y
manchas azules. Un trapo para sacudir el polvo, pensaba yo. Y esos “jeans”, tan bajos
en las caderas que temía que si suspiraba se le cayeran; aunque eso era imposible, los
llevaba tan ajustados que a duras penas cabía en ellos. En el trasero, gastado a fuerza
de piedras, le colgaban hilos que se iban sacudiendo cuando caminaba.
Un día, después de que se fuera a la escuela, fue como si el Señor me llamara la
atención, diciéndome:
__ ¿No te das cuenta de que cada mañana le dices lo mismo a tu hija? «Vaya facha
que tienes.» Cuando llega a la escuela y sus compañeras hablan de lo anticuadas que
son esas madres que se quejan todo el tiempo, a ella nunca le faltan comentarios que
hacer. ¿Te has fijado alguna vez en el aspecto de las demás niñas de su clase? ¿Por
qué no les echas un vistazo?
8
Ese día fui a buscarla y me di cuenta de que el aspecto de muchas de las otras chicas
todavía era peor. Camino de casa, le comenté lo exagerada que había sido mi reacción
cuando me la encontré estropeando sus “jeans” y le propuse un acuerdo:
—En lo sucesivo, puedes ponerte lo que quieras para ir a la escuela y estar con tus
amigas, yo no te molestaré por eso.
—Será un alivio.
—Pero cuando vengas conmigo a la iglesia o salgamos de compras o vayamos a casa
de una amiga mía, me gustaría que, sin tener que decírtelo, te pusieras algo de lo que
tú ya sabes que a mí me gusta.
—Eso significa que el noventa y cinco por ciento de las veces haces lo que a ti te
gusta, y el cinco por ciento, lo que me gusta a mí. ¿Qué te parece?
Le brillaron los ojos mientras me tendía la mano:
—Mamá, ¡trato hecho!
Desde entonces, me despido alegremente de ella cada mañana, sin comentarios
fastidiosos sobre su ropa. Y cuando salgo y la llevo conmigo, se viste como a mí me
gusta sin ninguna queja. ¡Ya tenemos cerrado el trato!
luisahp2006:
quieres los verbos en ingles
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7
Respuesta:
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