Filosofía, pregunta formulada por gabrielaygch29, hace 1 mes

10 semejanzas y diferencias entre la Filosofía y la politica. porfavor​

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Contestado por diazalvarezzadit
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pensador, la filosofía debería ser necesariamente indiferente a la política "...pues el que tiene el furor philosophicus en el cuerpo ya no tendrá de ningún modo tiempo para el furor politicus y se guardará sabiamente de leer los periódicos cada día y más todavía de servir a un partido", no parece haber sido escuchada por dos de los más grandes filósofos del siglo xx, Martin Heidegger y Jean Paul Sartre. Y debido a eso, una vez más se ha producido la catástrofe que desde los tiempos más remotos ha puesto a la filosofía en peligro, demostrando que cada vez que un filósofo ha dado pasos hacia las luchas de poder, sea por ingenuidad, sea por falta de tino, sea lisa y llanamente por equivocación, se cae en los mismos excesos y en los mismos desvarios. Pareciera que Apolo se burlara de estos graves señores que con justificaciones filosóficas ambicionan entrar de algún modo en las luchas de poder, olvidando las ideas más básicas que la filosofía debe defender por su vocación libertaria.

Pero esta Hybris, como todas las demás, los dioses mismos se encargan de que sea pagada, y al final es tanto el descrédito en el que la filosofía cae, que pareciera un trabaj o titánico ponerla en pie de nuevo, aun en aquellos aspectos que menos incidencias podrían tener en los asuntos públicos.

El propio Nietzsche, desde sus primeros pasos en la filosofía, tuvo como ejemplo a Heráclito, quien despreció siempre todo compromiso con la política. De su actitud viene que el filósofo alemán haya puesto como una de las características esenciales de la filosofía el orgullo, esto es, la autarquía que hace que la mirada del filósofo se ubique por encima de todas las cosas mundanas. Los animales emblemáticos de Zaratustra son el águila, el animal más orgulloso bajo el sol, y la serpiente, el animal más prudente. Esta unidad de prudencia y orgullo es lo que desde esta perspectiva nietzscheana -que por su radicalidad filosófica nos interesa- se presenta como la esencia de la filosofía. Pero, ¿cuáles pueden ser entonces las razones que deberían obligar al filósofo a abstenerse de entrar en la política? Nuestro objetivo es, tomando como punto de partida estas afirmaciones, examinar las relaciones entre filosofía y política para determinar en esta contraposición cuáles pueden ser sus características esenciales y, si esto fuera lícito, cómo se pueden relacionar la una con la otra sin que se generen distorsiones como las citadas.

Tengamos en cuenta primero que el concepto de política ha incluido siempre una ambigüedad. Si observamos el uso común que se hace de él, vemos que en primer lugar él designa directamente la actividad de los políticos o de los ciudadanos que se involucran en ella, esto es, las diferentes acciones en vistas de adquirir el poder sobre los organismos públicos, por ejemplo, aquellas que brotan de la disposición a conformar agrupaciones o partidos con una determinada orientación ideológica, aquellas que surgen de la acción misma de estas agrupaciones con vistas a consolidarse y a influir en la sociedad (campañas, congresos, reuniones) y aquellas que constituyen pasos concretos hacia la toma o hacia la administración del poder (elecciones, acciones legislativas, gubernamentales, etc.).

Por otra parte, y en segundo lugar, la palabra "política" designa un aspecto de la existencia humana, el lazo que une a los hombres y que los mueve a vivir en sociedad, la condición de ser todos pertenecientes a una Polis y, en consecuencia, la particularidad de la propia existencia humana, que solo se hace digna de considerarse como tal cuando se abre hacia la realidad de otras vidas y cuando establece lazos por los cuales ella comparte el mundo con sus semejantes. En este caso, la política ya no es una acción o una actividad, sino un aspecto esencial de nuestra manera de ser. En este sentido, no está en las manos del hombre el hecho de ser o no ser político, hasta el punto de que la política ni siquiera es algo que se pueda elegir hacer o no hacer, pues derechamente no es algo que se "haga". Se es político, en cuanto el hombre, como decía Aristóteles, es un "animal político".

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