10 SABIOS DE LA EDAD MEDIA
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Respuesta:
Dice la historia que las Universidades se crearon en la Edad Media. No sabemos por qué esa Edad se llamó así (probablemente fuese porque le faltaba la otra mitad). En la Edad Media el mundo estaba dividido entre los señores y los siervos. Los siervos trabajaban casi todos la tierra y los señores vivían de las rentas que les obligaban a pagar. Unos señores eran guerreros y siempre se estaban peleando, pero, eso sí, sin hacerse mucho daño. Ellos pensaban que era mejor que siempre hubiese guerra, porque así ellos siempre estaban ocupados y los demás pensaban que los señores eran muy necesarios para defenderlos. Otros señores eran curas y frailes, que vivían en los monasterios y las catedrales, y que también eran muy ricos. Lo que ellos hacían era hablar mucho. Unas veces hablaban con Dios, que casi nunca les contestaba (si alguno lo oía entonces pasaba a ser un santo), pero casi siempre hablaban mucho entre ellos y convencían a los siervos de que tenían que trabajar.
En las Universidades habían festejos en los que un estudiante, por ejemplo, debía defender públicamente una tesis de su maestro. El estudiante recogía todas las citas de los textos sagrados y de los textos de los antiguos griegos y romanos (que tenían mucho prestigio) que estaban a favor de lo que su maestro decía, y también todas las que decían lo contrario. Su mérito consistía en lograr demostrar que su maestro era el que tenía la razón, y si lo conseguía se le daba un premio con un título honorífico, y además hacían también una comida.
Este rito lo inventó un señor que se llamaba Pedro Abelardo, que era muy sabio y se enamoró de una chica muy joven. El tío de la chica, que era un canónigo, castigó a Abelardo haciendo que lo castraran, y encerró a la chica, que se llamaba Eloisa, en un convento. Abelardo se hizo famoso por su desgraciado amor, pero en realidad por lo que fue muy importante es porque inventó las tesis doctorales y porque sabía mucho.
En la Edad Media la Tierra era plana y por encima de ella había una esfera de metal en la que estaban los planetas y las estrellas. Los planetas y las estrellas eran de cristal, porque eran unos cuerpos perfectos e incorruptibles, y se movían porque los empujaban los ángeles. Los ángeles tenían que empujarlos, decían los sabios, porque todos los cuerpos son perezosos, y lo que les gusta es el reposo, como decía otro sabio muy antiguo, que se llamaba Aristóteles y escribía en griego. Cuando alguien, o el alma de alguien, conseguía subir muy alto y salir de la bóveda de metal entonces entraba en el cielo. En la Edad Media (esto es lógico porque como no era una Edad entera, la gente no era feliz), morían muy jóvenes, había muchas enfermedades, como la Peste Negra, que la traían las ratas, se pasaba hambre, por lo menos la pasaban la mayoría, y todo el mundo sabía que la vida era breve, brutal y triste.
Por esa razón inventaron el cielo. Para ir al cielo había que morirse, pero el cielo tenía muchas ventajas. En él se podía ver el rostro de Dios. El rostro de Dios era muy bello y cuando alguien conseguía verlo era muy feliz y tenía mucha paz, como ocurre cuando vemos el rostro de alguien que queremos. Además pasaba otra cosa, y es que ocurría que, como los planetas eran perfectos y de cristal y se movían con armonía, entonces el universo sólo producía una música maravillosa, que se llamaba la música de las esferas. Al escuchar esa música y ver el rostro de Dios la gente era muy feliz en el cielo. Pero también eran felices por otra cosa. Decía un fraile muy sabio, que se llamaba Tomás y había nacido en una ciudad que se llamaba Aquino, que el mayor placer que tenían los que estaban en el cielo era ver cuánto sufrían los que estaban en el infierno, que es donde estaban los que habían sido malos. Santo Tomás era muy sabio, pero nunca había estado en el cielo, y por eso habría debido decir que eso sólo lo suponía, pero como había leído una tesis en la universidad tenía una gran afición a las afirmaciones rotundas, como todos los demás del oficio.
Como en la Edad Media los sabios creían que lo sabían todo sobre Dios, los ángeles, los demonios y los hombres, porque también eran muy soberbios, consiguieron inventar procedimientos muy interesantes para investigar, por ejemplo, si un demonio estaba dentro de una mujer, a la que llamaban bruja. Hacían que otros la torturasen para que confesase y así liberarla del poder del demonio. Había gente que pensaba que para amar a