10 prejuisos comunes hacia las mujeres y niñas
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Respuesta: Sólo el 14% de las mujeres y el 10%de los hombres del mundo no tienen ningún sesgo para aceptar las normas sociales de género, apunta un nuevo informe de la ONU que analiza el “techo de cristal” de las mujeres y cómo romperlo. El análisis sugiere que este techo abarca todos los aspectos de las vidas de las mujeres, incluido el hogar.
El estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que incluye datos de 75 países que comprenden a un 80% de la población mundial, destaca que, pese a décadas de progreso hacia la igualdad entre hombres y mujeres, cerca del 90% de la población mantiene algún tipo de prejuicio contra las mujeres.
El informe se vale de un Índice de Normas Sociales de Género para medir cómo dichos preceptos pueden obstaculizar la equidad de género en ámbitos dispares como la política, el trabajo y la educación.
De acuerdo con el índice, “aproximadamente la mitad de los hombres y las mujeres del mundo consideran que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Asimismo, más del 40% opina que los hombres son mejores ejecutivos empresariales y que tienen más derecho a ocupar un empleo cuando el trabajo escasea. El 28% de las personas creen que está justificado que un marido le pegue a su esposa”.
Además, contiene información sobre los cambios que experimentó el sesgo de género en alrededor de 30 países. Entre ellos, subraya algunas mejoras, como la de los hombres en Chile, Australia, los Países Bajos y los Estados Unidos; y la de las mujeres en los tres primeros países citados más China. Sin embargo, la mayoría de las naciones estudiadas mostraron un retroceso en la proporción de mujeres sin ningún prejuicio en cuanto a las normas sociales de género.
Pese a los avances durante las últimas décadas para garantizar que las mujeres tengan el mismo acceso que los hombres a servicios básicos, como la paridad en la escuela primaria y la disminución de la mortalidad materna en un 45% desde 1990, “las diferencias de género siguen siendo patentes en otros ámbitos, especialmente en aquellos que cuestionan las relaciones de poder y que ejercen mayor influencia para la obtención de una igualdad real. En estos momentos, la lucha por la igualdad de género es un relato de sesgos y prejuicios”, dijo Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.
Brechas económicas, políticas y empresariales
El informe analiza los motivos por los qué todavía existen enormes “brechas de poder” entre hombres y mujeres en el ámbito económico, político y empresarial, a pesar de los avances hacia la igualdad en terrenos como la educación y la salud, así como en la eliminación de los obstáculos legales a la participación política y económica de las mujeres.
“Si bien los hombres y las mujeres votan en proporciones similares, menos del 24% de los escaños parlamentarios en el mundo están ocupados por mujeres y solo 10 de los 193 jefes de Gobierno del planeta son mujeres”, apunta el estudio.
Seguidamente, menciona que en el área laboral “la remuneración de las mujeres es inferior a la de los hombres y tienen una probabilidad mucho menor de ostentar cargos directivos: menos del 6% de los directores generales de empresas del índice S&P 500 (uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos) son mujeres. Y aunque las mujeres trabajan más horas que los hombres, es más probable que se trate de trabajo de cuidados no remunerado”, apunta.
“La labor que ha sido tan eficaz en garantizar el fin de las diferencias en ámbitos como la salud y la educación debe evolucionar ahora y abordar algo mucho más complejo: el prejuicio profundamente arraigado —tanto entre hombres como entre mujeres— contra una verdadera igualdad. Las políticas actuales, a pesar de sus buenas intenciones, tienen un alcance limitado”, dijo Achim Steiner, administrador del PNUD.
La dependencia de la ONU llamó a Gobiernos e instituciones a aplicar una nueva serie de políticas dirigidas a cambiar estas normas sociales y prácticas discriminatorias mediante la educación, el aumento de la sensibilización social y la aplicación de nuevos incentivos.
Por ejemplo, mediante el pago de impuestos que sirvan para fomentar el reparto equitativo de las responsabilidades del cuidado de los niños, o alentando a las mujeres y niñas a entrar en sectores tradicionalmente dominados por hombres, como las fuerzas armadas y la tecnología de la información.
Debemos actuar ya para superar los obstáculos que presentan los sesgos y los prejuicios si queremos avanzar a la velocidad y a la escala necesaria para lograr la igualdad de género y la visión plasmada en la Declaración de Beijing, hace más de dos décadas, y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.”
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