10 pensamiento del General Santander con sus analisis
Respuestas a la pregunta
«Ciudadanos de Cúcuta, forjad los destinos de la República».
Congreso de Cúcuta, el 30 de agosto de 1821
«Colombianos las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad».
Congreso de Cúcuta, el 30 de agosto de 1821
«El último día de mi vida será el primero en que la Nueva Granada no me verá ocupado de su independencia, de su honor y de sus libertades».
«La espada de los libertadores tiene que estar, de ahora en adelante, sometida a las leyes de la República».
«No he luchado catorce años contra Fernando VII para tener ahora un rey que se llame Simón I».
«He sabido la muerte de Bolívar. Me sorprendió este acontecimiento ciertamente […] Limítome a decir que es menester empeñarnos todos en hacer cesar la discordia y ver de qué modo se forma un lazo de unión entre los tres Estados de Colombia. Esto es lo importante».
«La moderación, la tolerancia y la justicia rigen el corazón y desarman el descontento».
«No hay hombre ninguno necesario, y todos somos más o menos útiles según determinadas circunstancias».
«Mi filosofía me hace vivir contento con la seguridad de que el testimonio publico y el de mi conciencia, persuaden que he procurado llenar mis deberes».
«Yo he tenido graves motivos de sentimiento contra él, pero ni vivo ni muerto lo he odiado, y bastante hice por libertarlo de la malhadada senda que tomó. Dejémoslo descansar en paz».
«Aquí [en Milán] hay una inscripción al famoso Juan Jacobo Trivulzio muy afamado por sus proezas militares. ‘Quin nunquam quevit, quiescit. Tace’. Me acordé de Bolívar».
«Hoy he leído en el journal du commerce del 21 de febrero la muerte de Bolívar, acaecida cerca de Santa Marta el 17 de diciembre de 1830. Pérdida para la independencia».
«Supe la muerte del General Bolívar que te aseguro me hizo impresión. Cualquiera que sea la gravedad de mis persecuciones y su injusticia, no pude resistir a la idea de que en un tiempo fuimos amigos íntimos, y él, el apoyo y la esperanza de los patriotas oprimidos por los españoles. Ojalá su muerte sea el término de la discordia entre los colombianos».
«No dirigí, ni estimulé, ni favorecí la conjuración del veinticinco de septiembre de mil ochocientos veintiocho contra Bolívar; he sufrido inocentemente por este suceso, y lejos de protegerlo, hice cuanto pude por disuadir el proyecto de revolución a la única persona que me indicó estarse tramando el proyecto. Nunca odié personalmente a Bolívar; sus ideas políticas, y sobre todo el modo con que las quiso hacer plantar destruyendo la Constitución de mil ochocientos veintiuno, me parecieron una perfidia, y tanto por esto como porque las creía perjudiciales al país, me opuse firmemente, renunciando a la perspectiva lisonjera que se me ofreció si las abrazaba. Preferí a la amistad de Bolívar el cumplimiento de mis deberes, y tengo la satisfacción de que jamás dejé de hablarle francamente presentándole los males que iban a caer sobre la República si persistía en poner en planta sus proyectos de dictadura y de constitución boliviana, a los cuales yo siempre me opondría con firmeza».
«Oponerme a la dictadura era mi deber, so pena de incurrir en la nota de infame, desleal y falso magistrado. Y si porque me opuse se me califica del enemigo del Libertador, puedo vanagloriarme entonces».
«Si yo hubiera adoptado el partido boliviano, sería Vicepresidente hereditario y Presidente vitalicio a su tiempo; no sería ladrón, pícaro, cobarde, ambicioso, etc., etc., etc.; entonces sería pintado por los que hoy me calumnian, como un magistrado virtuoso, modelo de magistrados y no tendría que temer por mi seguridad personal; pero me he puesto del lado de los pueblos y de la causa de las leyes combatiendo al poder y toda clase de pretensiones ambiciosas, y desde aquél punto soy el mayor malvado que tiene la República».
«¿Quién es el emperador o rey de ese nuevo Imperio? ¿Un príncipe extranjero? No lo quiero, porque yo he sido patriota y he servido 16 años continuos por el establecimiento de un régimen legal bajo las formas republicanas...».
«La rivalidad tan decantada entre granadinos y venezolanos, es la rivalidad de los de Barinas con los de Caracas y la de éstos con los de Cumaná; pero por nuestra desgracia, de éstas no se hace caso y de aquélla se forman las mejores declamaciones».
«Yo, repito, que no soy capaz de reprobar lo que Usted medite hacer y mande ejecutar, primero, porque sería una locura querer el discípulo instruir al maestro y, lo segundo, porque tengo delicadeza para tratarlo como particular y como jefe. Hacer observaciones parecía regular en mi destino y es el medio más decente, antes que andar en corrillos y tertulias criticando y relajando las providencias activas y oportunas de Usted».