1. Redactar un texto argumentativo del tema (Epidemias y pandemias)..ayuda por favorr
Respuestas a la pregunta
La primera gran pandemia se registró en el mundo antiguo en tiempos del emperador Justiniano, en el siglo VI d.C.; duró sesenta años y terminó mezclada con viruela. Aunque existen antiguas referencias de Tucídides, Hipócrates y de Cipriano (siglo III d.C.) que pudieran corresponder a esta patología.
Luego tenemos la celebérrima muerte negra, que asoló toda Europa entre 1347 y 1382, la peste bubónica, la peste negra, la peste por antonomasia, producida por la bacteria Yersinia pestis, que causó sucesivas pandemias, dejando los primeros registros más o menos confiables, capaces de ilustrar cómo se fueron dando los sucesivos pasos en el entendimiento y control de la situación, habiéndose iniciado, de acuerdo a la mayoría de las descripciones, en Catay (China).
Históricamente, la cuarentena fue utilizada como un método drástico para contener la expansión de enfermedades contra las que la medicina no tenía recursos. Frente a la lepra, a la famosa peste bubónica, contra la fiebre amarilla, el cólera, el tifus o la llamada gripe española de 1918, era el último recurso en un mundo mucho más interconectado de lo que a menudo se cree, donde la propagación de enfermedades era en muchas ocasiones global.
A mediados del siglo XIX se avanzó en el estudio de los contagios y se dotó de base científica a la cuarentena. Conceptos como el periodo de incubación hicieron que se avanzara en la eficacia de estas medidas. En adelante, la cuarentena se generalizó como método para frenar la propagación de otras enfermedades infecciosas, aunque no resultó ser efectiva en todos los casos. Uno de estos ejemplos corresponde a unos años antes, al brote de fiebre amarilla de Filadelfia (EEUU), en 1793, que se cobró la vida de más de 4.000 personas, y ante la cual la cuarentena fue un fracaso porque se desconocía que el agente trasmisor eran los mosquitos.
Tal como ha señalado el historiador Duncan McLean, la histeria provocada por brotes epidémicos puede derivar en la estigmatización de poblaciones minoritarias, donde la cuarentena sirve como una herramienta de exclusión. «La enfermedad no es el único enemigo, sino también los seres humanos que están potencialmente infectados», explicaba. Las epidemias permitieron a algunas personas inteligentes observar que quienes habían sobrevivido a la enfermedad, no volvían a enfermar.
La llamada gripe española de 1918 mató, en solo un año, entre 40 y 100 millones de personas en el mundo. Para evitar su propagación, se implementaron intervenciones no farmacéuticas, como la promoción de una buena higiene personal, el aislamiento de afectados, la cuarentena y el cierre de lugares públicos. Si bien estos métodos ayudaron a contener la enfermedad en algunos casos, los costes sociales y económicos fueron muy elevados. Después de esta gran pandemia, a partir de los años 50, con el desarrollo de los antibióticos y vacunas, el uso de la cuarentena parecía convertirse en una cosa del pasado.
El siglo XXI nos ha traído nuevas amenazas epidémicas y, con ello, resurgieron muchos de los viejos métodos, aplicados en algunos casos con importantes desajustes. Cuando la epidemia de la neumonía asiática, el SRAS, se propagó en 2003, Canadá, el segundo país más afectado después de China, desplegó unas medidas que después de consideraron desproporcionadas. Con la expansión del ébola en 2014, en África occidental se hicieron esfuerzos de aislamiento, incluso intentando cerrar distritos enteros, cancelando vuelos internacionales y cortando el movimiento, lo que no sólo ralentizó la llegada de ayuda sino que también tuvo altos costes sociales y económicos.
Para terminar, reaparecen las escenas de terror con el coronavirus en los hospitales, donde no pueden atender a los enfermos. Los laboratorios tienen dificultades para trabajar con el virus, debido a las insuficientes condiciones de seguridad. Con el conocimiento adquirido a través de siglos de terror y de mortandad, hoy los pasos son más acelerados, pero las reacciones son las mismas, como lo ilustra el covid-19, que recuerda a todas las pestes: la muerte al azar (cólera), el temor y el rechazo (el perro rabioso), la segregación y la muerte en vida (lepra), el castigo a la vida licenciosa (la sífilis), la muerte inevitable, lenta y contagiosa (tuberculosis) y los hombres de iglesia, abriendo sus brazos sin temor al contagio, allí donde los médicos vacilan.
Sin embargo, de esta visión del pasado surge una visión optimista: siempre el hombre ha terminado por prevalecer frente a las más tremendas epidemias.
«Como colofón pedir a los ciudadanos que mantengan la calma, que se queden en casa, que se laven bien las manos, que mantengan una buena higiene respiratoria y que eviten los lugares concurridos. También deberían incrementar las medidas de servicios médicos para atender bien tanto a los enfermos como a los que crean estarlo».