Filosofía, pregunta formulada por Nolaxc, hace 28 días

1. Kenny se va a Chicago a trabajar, entonces tendra ingresos económicos alos. Kenny se va a Chicago a trabajar. Por lo tanto, Kenny tendra ingresos económicos altos ¿Este argumento garantiza la verdad de la conclusión si las premisas son verdaderas?
2. Al parecer, Kenny cree que el argumento que le ofrece su padre garantiza la verdad de la conclusión si las premisas son verdaderas, como es posible que Kenny no acepte la conclusión del argumento?
3. En el texto se ofrece un argumento. En el se defiende que Kenny es muy joven pera decidir que debe hacer con su vida. Este argumento garantiza la verdad de la conclusión suponiendo la verdad de las premisas?
4 Kenny infinió que no era una buena opción abandonar sus estudios para trabajar, para ello, usó la información de tres casos de jóvenes que lo hicieron. Este argumento garantiza la verdad de la conclusión suponiendo la verdad de las premisas?
5. Si los argumentos que garantizan la verdad de la conclusión dada la verdad de las premisas (argumentos válidos) son tan buenos, ¿por qué no usamos solo argumentos válidos? ¿Es posible que dejemos de usar argumentos que no proporcionan evidencia contundente en favor de la conclusión?
6 ¿Cuál es el tipo de argumento que se usa mas en la vida diaria? ¿Los que garantizan la verdad de la conclusión si las premisas son verdaderas? ¿O se emplea otro tipo de argumento?
7. Si no es posible dejar de usar argumentos que no garanticen la verdad de la conclusion, Zen qué contextos es pertinente usarlos? Si es posible, ¿por qué los usamos la mayor parte del tiempo?
8. La mayoria de los argumentos buscan ofrecer una justificación para sostener una idea. Sin embargo, en el caso del argumento relacionado con el enriquecimiento de Arturo, lo que se busca es una explicación a un hecho que ya sucedió. ¿Por que este tipo de razonamiento es considerado un argumento? ¿Cuál es su relación con otros tipos de argumento?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por jumperdios66
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Respuesta:

Kenny miraba hacia la lejanía desde la ventana de su casa y se preguntaba qué sería de su futuro. Sentía en su cabeza una tempestad de ideas que no lo dejaban tranquilo ni un minuto. Pronto tendría que decidir qué iba a hacer durante los siguientes años. Eran tantas las ideas, argumentos y opiniones que había escuchado, que realmente no sabía qué hacer. En su mente solo había confusión.

Acababa de concluir sus estudios de secundaria y pronto podría inscribirse al bachillerato. Había ganado ese derecho mediante un complicado examen, aunque nunca se había distinguido por ser un gran estudiante; sus notas no eran malas, pero estaban lejos de la excelencia. Su profesora de Formación cívica y ética, la maestra Pilar, le había dicho que era algo comprensible, pues además de estudiar, tenía que ayudar a su mamá en la tienda, que era el sostén principal de la familia.

La maestra le explicó que la probabilidad de que un estudiante que trabaja más de 40 horas a la semana logre obtener notas sobresalientes es muy baja, comparada con la probabilidad que tienen estudiantes que no trabajan. Ella le mostró un estudio en el que se analizan las calificaciones de estudiantes de varias universidades de México; en él se indica que la probabilidad de que alumnos que trabajan tiempo completo obtengan buenas notas es del 12%, mientras que los estudiantes que no trabajan tienen una probabilidad del 44%.

La maestra lo apoyaba cuando se sentía mal por no lograr ser el hombre que él creía que debía ser. Como él lo veía, sus posibilidades de ser un gran estudiante y convertirse en un profesionista exitoso eran muy bajas. No parecía tener sentido pensar que ese era el mejor camino que podía tomar. Tal vez lo mejor sería considerar otras opciones.

Su padre era de la misma opinión. Don José vivía en Estados Unidos desde hacía casi 20 años, solo iba a casa una vez al año. Kenny lo quería mucho y con regularidad hablaba con él por teléfono. Siempre le daba buenos consejos. Gracias a ellos, pudo conquistar a María, su novia desde hacía un año. Don José era contratista en Chicago. En más de una ocasión, le había dicho a Kenny que se fuera a vivir con él, pero no se sentía cómodo con la idea.

Su padre tenía una nueva familia. Se había casado con Rosa, una compañera de trabajo de origen peruano. Ellos tenían dos hijos pequeños, sus hermanos John y Bryan. Además, no le gustaba la idea de abandonar a su madre, tal como lo había hecho su padre.

Don José le decía que no había comparación entre la calidad de vida en México respecto a Estados Unidos. Le contaba lo bien que le iba en su trabajo y cómo su jefe, míster Kenny Smith, lo había ayudado mucho. Incluso en su honor lo había bautizado José Kenny. Don José le decía: «M’hijo, si lo que quieres es vivir bien, tener mucho dinero, lo mejor es que te vengas conmigo. Acá se gana mucho mejor que en México. En nuestra tierra nunca tendrás las oportunidades económicas que acá. Yo sé que quieres vivir bien, así que no lo pienses mucho.

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