1. donde y como deben santificarse los laicos
2. cual es el objetivo principal del hombre
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1) Santificación de los laicos en el mundo
Permaneciendo en el mundo, la vida entera de los laicos ha de ir haciéndose santificante para ellos. Y concretamente estas dimensiones, que son las coordenadas más peculiares de la vida laical: el matrimonio y la familia, el trabajo y la renovación del mundo secular.
2) El tema del Concordato, además de ser un despropósito de la Corte Constitucional, es también un fracaso de la Cancillería, y de la diplomacia colombiana. En el primer caso, quizás no valga la pena detenernos demasiado en el análisis de lo que todos ya sabemos: que los tratados están por encima de las leyes nacionales, y que la Corte no era competente para pronunciarse sobre ellos.
Explicación:
Espero t sirva
Respuesta:
ExplicaciónMons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei desde 1994, visitó Costa Rica recientemente en medio de una gira de carácter pastoral que lo llevó por varias naciones de Centroamérica. Aquí se reunió con miembros de la Obra, con sacerdotes, familias, el Arzobispo de San José y hasta pudo visitar el Santuario Nacional de Nuestra Señora de los Ángeles.
Acerca de esta experiencia y de la vigencia del Opus Dei y su carácter eminentemente laical, sus trabajos, retos, énfasis y perspectivas en orden a la evangelización, el obispo de origen español y de 82 años, conversó con el Eco Católico. Este es un extracto del diálogo.
“Sueño con muchedumbres de hijos de Dios, santificándose en su vida de ciudadanos corrientes, compartiendo afanes, ilusiones y esfuerzos con las demás criaturas”. Esta frase de san Josemaría Escrivá aplicada a la actualidad del Opus Dei, ¿es una realidad acabada o aún en proceso?
San Josemaría repitió siempre, desde 1928, que la santidad no es una meta para unos privilegiados, sino para todos los bautizados. La tarea de la Prelatura del Opus Dei consiste, precisamente, en recordar esa llamada universal a la santidad y el consiguiente valor de la vida cotidiana como camino de santificación. Gracias a Dios, son muchas las personas que, a través de la labor apostólica de las mujeres, de los hombres y de los sacerdotes de la Obra de Dios, se han decidido a poner a Jesucristo en el centro de su existencia. En este sentido, puede decirse que el sueño de san Josemaría se ha hecho realidad. Sin embargo, es evidente que es una realidad siempre en proceso, -como la vida de la Iglesia-, que se realiza con la gracia de Dios y con la respuesta de la creatura. Un cristiano no puede ser conformista: cada día -con alegría nueva- intenta manifestar su amor a Dios y a los demás.
Usted conoció a san Josemaría. ¿Qué diría él a quienes hoy, en pleno siglo XXI, siguen anhelando la auténtica felicidad? ¿Les propondría el Opus Dei como un camino para alcanzarla?
San Josemaría afirmaba que “la felicidad del cielo es para los que saben ser felices en la tierra”. La auténtica felicidad surge como consecuencia de vivir cerca de Dios, es fruto de la presencia del Espíritu Santo en el alma. Los hombres y las mujeres que se saben, en la fe, hijos amados de Dios, no pueden más que estar llenos de paz y de alegría, también en medio de las contrariedades o del dolor, con una felicidad que no es una simple situación anímica; sino fruto de la fe y de la caridad. El pecado es el gran obstáculo para la felicidad.
El Opus Dei es uno más entre los posibles caminos cristianos, a los que el Señor puede llamar a una persona: cada uno de nosotros tiene una vocación personalísima, que debe descubrir en la oración, en el diálogo amistoso con el Señor. Responder “sí” a la llamada divina, sea la que sea, y corresponder cotidianamente a sus exigencias, supone una garantía cierta de felicidad.
Respecto a la historia de la Iglesia, la existencia del Opus Dei es reciente. ¿Cuánto pesa este hecho en la comprensión de la Obra, su naturaleza, métodos y fines? ¿Qué hace el Opus Dei para aportar respuestas en clave evangélica ante las dudas de algunos o la abierta oposición de otros?
Cuando san Josemaría vio que Dios lo llamaba a difundir la vocación universal a la santidad, esta realidad -profundamente evangélica- resultaba algo muy nuevo para la mayoría de cristianos, no era tan común hablar de una llamada universal a la santidad y, como ha sucedido muchas veces en la historia de la Iglesia, sufrió incomprensiones, especialmente en los años treinta y cuarenta del siglo XX. En la actualidad -sobre todo tras el Concilio Vaticano II-, esta doctrina es común y universal. Siguiendo el ejemplo de su fundador, los fieles del Opus Dei tienen sus brazos abiertos a todos y, gracias a Dios, desde hace muchos años es muy querido y ayudado por millones de personas, incluso no católicas y no cristianas. Cuando pueda surgir una incomprensión, se intentan aclarar las cosas con paciencia y serenidad. La experiencia nos ha demostrado que -incluso entonces- el ataque o la falta de información se convierten en ocasión de amistad y de acercamiento a la Iglesia, de quienes los han promovido.