1) ¿Cuales son las diferencias entre las creencias mitológicas entre los hebreos y los griegos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
suerte :)
Explicación:
DESMITOLOGIZACIÓN EN LA RELIGIÓN HEBREA
Una concepción mítica en estado puro no está expresada en los libros que forman la Biblia.
La religión de los hebreos, en sus trazos específicos, es desfavorable a los mitos. El monoteísmo religioso de los hebreos, que acabaron por imponer los grandes profetas de Israel, no admite mitos auténticos, ya que los actores de los mitos son los dioses.
En la Biblia no se detectan mitos de carácter politeísta frecuentes en la mitología del
Oriente, pero esto no descarta que no existiera la idea de un tiempo primordial.
RELATOS DE LOS ORÍGENES
La Biblia hebrea comienza con los relatos de la creación, del paraíso, del diluvio universal, de la torre de Babel y de los gigantes, que se refieren a la historia de los orígenes y son la introducción a la vocación de Abraham.
Elohim separación entre la luz y las tinieblas; 5
Elohim llamó a la luz día y a las tinieblas llamó noche. Y atardeció y luego amaneció: día uno.
Dijo después Elohim: «Haya un firmamento en medio de las aguas y separe unas aguas de otras».
Hizo, pues, Elohim el firmamento, puso separación entre las aguas que había debajo del firmamento y las aguas que había por encima de éste. Y así fue. 8
Llamó Elohim al firmamento cielos. Y atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Elohim después: «Reúnanse las aguas de debajo de los cielos en un solo lugar y aparezca lo seco». Y así fue. 10 Elohim llamó a lo seco tierra y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Elohim que estaba bien.
11 Luego dijo Elohim: «Brote la tierra verdín, hierba germinadora de simiente y árboles frutales generadores de fruto conforme a su especie en [-9495-] que se contenga su semilla, sobre la tierra». Y así fue. 12 Brotó, en efecto, la tierra verdín, hierba germinadora de simiente conforme a su especie y árboles generadores de fruto en que se contiene su semilla con arreglo a su especie. Y vio Elohim que estaban bien. 13 Y atardeció y luego amaneció: día tercero.
14 Dijo Elohim después: «Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para poner separación entre el día de la noche y que sirvan de señales para estaciones, días y años. 15 Sean también a modo de lumbreras en el firmamento del cielo para lucir sobre la tierra». Y así fue. 16
Hizo, pues, Elohim los dos grandes luminares —el luminar mayor como regidor del día y el luminar menor como regidor de la noche— y las estrellas. 17 Elohim los puso en el firmamento celeste para lucir sobre la tierra, 18 para regir el día y la noche y poner separación entre la luz y las tinieblas. Y vio Elohim que estaba bien. 19 Y atardeció y luego amaneció: día cuarto.
20 Dijo Elohim después: «Pululen las aguas en el pulular de animales vivientes y vuelen los volátiles sobre la tierra, por la superficie del firmamento de los cielos». 21 Creó, pues, Elohim los grandes cetáceos, y todo animal viviente que bulle de que pululan las aguas, conforme a su especie, y todo volátil alado, según su especie. Y vio Elohim que estaba bien. 22 Elohim los bendijo, diciendo: «Procread y multiplicaos y henchid las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra». 23 Y atardeció y luego amaneció: día quinto.
24 Dijo Elohim después: «Produzca la tierra animales vivientes conforme a su especie: ganado, reptiles y bestias salvajes con arreglo a su especie». Y así fue. 25 Hizo, pues, Elohim las bestias salvajes conforme a su especie, los ganados con arreglo a su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Elohim que estaba bien.
26 Entonces dijo Elohim: «Hagamos al hombre a imagen nuestra, a nuestra semejanza, para que dominen en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en los ganados, y en todas las bestias salvajes y en todos los reptiles que reptan sobre la tierra».
Los Griegos, por ejemplo, fueron grandes pioneros en la escultura en tres dimensiones. Y
sus diseños arquitectónicos permanecen hoy como maravillas clásicas, teniendo columnas
algunas veces edificadas de forma más ancha en la parte de arriba y que se van estrechando
a medida que bajan, o a veces más anchas en la parte media, por ninguna razón práctica
sino simplemente para hacer que la apariencia fuese más atrayente a los sentidos. Si lee su
literatura, tales como la Ilíada o la Odisea de Homero, a menudo se encontrará con vívidas
imágenes, llenas de color y detalle, como una película cinematográfica. Se describe al
océano como “agua de vino azul,” por ejemplo, y la historia de Eliseo al construir su arca le
describe recortando altos árboles con un hacha de bronce que tiene un mango de madera de
olivo, y usando una línea hecha con tiza para cepillar los tablones con el fin de que
quedaran verdaderamente lisos y rectos.
Los Hebreos Valoraban la “Esencia” por encima de la “Forma”
Por otro lado, para los Hebreos lo que es de interés primordial es la esencia de las cosas.
Para ellos, lo primero era el contenido, mientras que la forma externa era lo secundario. Por
ejemplo, en la descripción del arca de Noé se nos dan los nombres de un tipo usado de
descripción de las herramientas que Noé usó, o de la manera en que hizo su trabajo. No se
hace mención del color de las aguas del diluvio, aún cuando un “café sucio” probablemente
hubiese sido muy apropiado.
¿Quiere decir esto que el color y las impresiones visuales no fuesen importantes para los
Hebreos? Claro que no. El color y la forma eran algunas veces de gran importancia,
especialmente cuando llevaban consigo algún significado o consideración esenciales, tales
como en los variados materiales y el amoblado usados en el tabernáculo en el desierto. Pero
sucede, sin embargo, que el color y el impacto visual no son esenciales para el significado y
trascendencia del arca y su mensaje.
Esta tendencia de ver el mundo a través de la ventana de la “esencia” se ve a menudo en
las descripciones de las personas que se ofrecen en la Biblia. Aparte de decir que una
persona en particular era hermosa, (como Ester), o de buen parecer (como David), o que no
tenía “atractivo,” (como el Mesías), la Escritura a menudo no proporciona detalles físicos.
Es significativo notar que en todos los registros de la vida de Cristo en los cuatro evangelios
ni un solo autor ofrece una descripción física de Jesús. Piense en esto por un momento. Si
usted mismo hubiese escrito uno de los Evangelios, ¿no habría dado al menos una breve
descripción de los atributos físicos del Señor? El hecho es que ni siquiera sabemos si era
alto o bajo. Sin embargo, tenemos ansias de saber cuál era su apariencia, como se evidencia
por los muchos retratos de Cristo que nuestros artistas han hecho, tal y como imaginan que
era.
El foco principal de atención sobre Jesús en la Biblia se halla en Su pensamiento,
palabras y la interacción con otros. La esencia de Su ser es el punto focal. Sus cualidades
internas antes que su figura externa. Su “contenido” en lugar de Su “forma.” Esto, entonces,
explica el misterio de las extrañas palabras de Salomón a la joven doncella, cuando dijo, “tu
vientre es como un montón de trigo.” Debemos leer y entender estas palabras en términos
de su esencia y de sus características internas (o contenido) en lugar de hacerlo en términos
de una imagen fotográfica o de una descripción de la forma externa. La descripción, por
parte de Salomón, de su vientre no tenía que ver con cuál era su apariencia a la vista, sino lo
que ella evocaba en su alma.
¿Cuál es la esencia de un montón de trigo? Su esencia habla de una fructificación
abundante y de una copiosa cosecha. En términos de las cualidades de una joven mujer esto
comunicaría la esperanza de dar a luz a muchos hijos, algo de gran valor para un hombre
del Oriente Medio. Mirando un poco más el “lenguaje de amor” de Salomón, encontrará
descripciones más fuera de lo común. Por ejemplo, tome esta línea: “Tu nariz es como la
mensaje. Aquí tenemos una mujer apropiada para ser una reina. Firme, majestuosa, sólida y
segura, se destacaba por encima de la multitud si se le comparaba con ella. Además, vemos
una mujer que ponía de manifiesto el alma de la masculinidad de Salomón, como el olor de
la batalla para un guerrero. Sin duda que ella era algo que él deseaba conquistar. Ella era un
premio tan grande para él como el depósito de armas de David para mil soldados en tiempo
de guerra. Ella era un reto que este antiguo Rey-Romeo no podía pasar por alto. Un trofeo
más allá de todos los demás.
Tales contrastes entre el pensamiento Griego y el Hebreo han fascinado por siglos a los