1. Aspectos que hacen de Colombia un país especial en donde vale la pena vivir, a pesar de sus problemas de violencia y desplazamiento.
2. ¿Qué harías para que una persona de otro país, que considera que los colombianos somos violentos, dejara de hacerlo y empezara a ver lo bueno de nuestros país? Explica tu respuesta.
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Existen diferentes criterios a la hora de definir la calidad de vida que ofrece un país a sus ciudadanos para desarrollarse como personas.
El informe de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas es un importante indicador para lograr lo anterior.
En su última publicación quedó claro para el país que nuestro desarrollo social apenas muestra discretas mejorías y aún nos encontramos por debajo de la media de la región, superados por Venezuela, Perú y Ecuador.
Para medir el desarrollo humano, el PNUD agrupa indicadores en materia de educación, ingresos, salud y pobreza, con lo que construye un índice continuo que permite hacer comparaciones entre países.
De este ejercicio se puede concluir que Colombia ocupa el puesto 87 en el ranking de los mejores para vivir, no salimos bien ni siquiera al restringir las comparaciones a nuestro vecindario más cercano.
Resulta muy interesante el valor agregado que este estudio contiene, en donde continuamente se enriquece el concepto de desarrollo con retos de equidad y progreso sostenible dentro de los países.
De esta forma, las mediciones se logran aproximar mucho más a la verdadera intención del desarrollo humano que debe ser la expansión de las posibilidades y capacidades reales de las personas.
Colombia de nuevo muestra un panorama alarmante en estas categorías. Para el 2009 el coeficiente Gini de distribución de tierras ascendió a 0,86, desigualdad supremamente alta, incluso, entre países pobres en otros continentes, lo que constantemente genera conflicto social entre sus pobladores.
Es evidente la relación inversa que la desigualdad mantiene con el desarrollo humano. Así las cosas, el camino que debe recorrer el país tendrá que encargarse no sólo de encender locomotoras de progreso, sino asegurarse de que este llegue a todos y se mantenga.
La sostenibilidad del progreso es concebida como un mecanismo de justicia intergeneracional en la medida en que promueve que las generaciones futuras debieran tener al menos las mismas posibilidades que las actuales para acceder a condiciones de vida dignas.
De nuevo, preocupa cómo el crecimiento económico está correlacionado con el deterioro en las condiciones medioambientales de los países.
Por ahora, los países con niveles bajos de desarrollo, como Colombia, inciden poco en los problemas ambientales globales, pero, este pudiera llegar a ser el caso en el mediano plazo si no se acompaña mucho más de cerca los procesos industriales y la excesiva explotación productiva que residen en las zonas rurales, cuyos municipios son a su vez los de mayor vulnerabilidad.
El país recibe esta noticia en medio de otras novedades económicas satisfactorias que no se pueden desconocer.
La tasa de desempleo siguió bajando hasta llegar a un dígito y el subempleo también bajó. De mantenerse estas tendencias, estaremos frente a un claro mejoramiento de las posibilidades de progreso.
Sin duda, el país debe seguir encaminado a mejorar integralmente la calidad de vida de sus ciudadanos, enfocándose en la mejoría de los más vulnerables. La estabilidad de sus indicadores macroeconómicos, como el empleo, será un requisito para el progreso, pero el esfuerzo no debe agotarse sólo en esto.
En la medida en que el crecimiento venga acompañado de equidad y sea sostenible entre la población y sus futuras generaciones, estaremos acercándonos a conseguir un mejor desarrollo humano para los colombianos.
El informe de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas es un importante indicador para lograr lo anterior.
En su última publicación quedó claro para el país que nuestro desarrollo social apenas muestra discretas mejorías y aún nos encontramos por debajo de la media de la región, superados por Venezuela, Perú y Ecuador.
Para medir el desarrollo humano, el PNUD agrupa indicadores en materia de educación, ingresos, salud y pobreza, con lo que construye un índice continuo que permite hacer comparaciones entre países.
De este ejercicio se puede concluir que Colombia ocupa el puesto 87 en el ranking de los mejores para vivir, no salimos bien ni siquiera al restringir las comparaciones a nuestro vecindario más cercano.
Resulta muy interesante el valor agregado que este estudio contiene, en donde continuamente se enriquece el concepto de desarrollo con retos de equidad y progreso sostenible dentro de los países.
De esta forma, las mediciones se logran aproximar mucho más a la verdadera intención del desarrollo humano que debe ser la expansión de las posibilidades y capacidades reales de las personas.
Colombia de nuevo muestra un panorama alarmante en estas categorías. Para el 2009 el coeficiente Gini de distribución de tierras ascendió a 0,86, desigualdad supremamente alta, incluso, entre países pobres en otros continentes, lo que constantemente genera conflicto social entre sus pobladores.
Es evidente la relación inversa que la desigualdad mantiene con el desarrollo humano. Así las cosas, el camino que debe recorrer el país tendrá que encargarse no sólo de encender locomotoras de progreso, sino asegurarse de que este llegue a todos y se mantenga.
La sostenibilidad del progreso es concebida como un mecanismo de justicia intergeneracional en la medida en que promueve que las generaciones futuras debieran tener al menos las mismas posibilidades que las actuales para acceder a condiciones de vida dignas.
De nuevo, preocupa cómo el crecimiento económico está correlacionado con el deterioro en las condiciones medioambientales de los países.
Por ahora, los países con niveles bajos de desarrollo, como Colombia, inciden poco en los problemas ambientales globales, pero, este pudiera llegar a ser el caso en el mediano plazo si no se acompaña mucho más de cerca los procesos industriales y la excesiva explotación productiva que residen en las zonas rurales, cuyos municipios son a su vez los de mayor vulnerabilidad.
El país recibe esta noticia en medio de otras novedades económicas satisfactorias que no se pueden desconocer.
La tasa de desempleo siguió bajando hasta llegar a un dígito y el subempleo también bajó. De mantenerse estas tendencias, estaremos frente a un claro mejoramiento de las posibilidades de progreso.
Sin duda, el país debe seguir encaminado a mejorar integralmente la calidad de vida de sus ciudadanos, enfocándose en la mejoría de los más vulnerables. La estabilidad de sus indicadores macroeconómicos, como el empleo, será un requisito para el progreso, pero el esfuerzo no debe agotarse sólo en esto.
En la medida en que el crecimiento venga acompañado de equidad y sea sostenible entre la población y sus futuras generaciones, estaremos acercándonos a conseguir un mejor desarrollo humano para los colombianos.
santiago0ñ1:
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Castellano,
hace 8 meses
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